A todos los hombres y mujeres de nuestro querido Puerto Rico

18 Jul

S.E.R Monseñor Eusebio Ramos Morales
Obispo Diócesis de Caguas y Administrador Apostólico de la Diócesis Fajardo-Humacao

Es indiscutible que estamos inmersos en un momento álgido y de mucha tempestad en la ejecución gubernamental. Los recientes acontecimientos de arrestos por escándalos de corrupción y la revelación del uso de redes sociales de parte de altas esferas de gobierno para mancillar derechos, dañar la integridad de personas particulares y manipular procesos medulares de gobernanza, es algo inaudito que merece el más firme rechazo de todo el país. Recurrir a difamaciones, confabulaciones, “marqueteo” y a burlas ante realidades de dolor y sufrimiento de tantas personas, es inaceptable y manifiesta inmadurez e incapacidad para enfrentar los difíciles problemas que tenemos como pueblo puertorriqueño. Estas actitudes y acciones no generan un ambiente apropiado para el servicio a nuestra gente. Estos acontecimientos han sumido al país en un momento delicado en su vida política y han suscitado una realidad gubernamental que crea incertidumbre e indignación, de forma generalizada, en este pueblo.

Por esto, solicitamos de nuestros líderes políticos la mayor cordura y sentido de responsabilidad para responder al país y al bienestar de su gente, dejando a un lado las ideologías partidistas e intereses personales. Como líderes y servidores públicos deben tener presente que el bien común, la justicia social, el respeto a la vida e integridad humana, y los valores que nos definen como personas y como pueblo, no son negociables. Es urgente devolver al país la confianza y la seriedad en sus procesos de gobernanza. A la luz de los últimos acontecimientos, les exhortamos a tomar decisiones serias y valientes por el bien de este pueblo.

A nuestro pueblo, le invitamos a tener la calma, actuar con prudencia y evitar manifestaciones violentas que denigren la dignidad de cualquier persona durante esta coyuntura histórica. Es momento de profunda reflexión y evaluación para enfrentar con determinación las razones que nos han llevado al momento actual. Aprovechemos la oportunidad para darle un giro nuevo a nuestra historia de pueblo, pero, debemos hacerlo afirmándonos en los valores y principios de la justicia y del bien común que todos añoramos como sociedad puertorriqueña.

El respeto y el amor a la dignidad de cada persona, siempre, deben estar presentes en lo más profundo de nuestros corazones. El “mandato de caridad abraza a todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos”, EG 181.

Igualmente, invitamos a nuestros pastores y agentes pastorales, en las comunidades cristianas, a la reflexión y a la oración para analizar la situación actual. Debemos responder desde la fe y la responsabilidad social de todos. Cuando están en juego la confianza en las instituciones y la integridad de los servidores públicos que hemos elegido, democráticamente, todos estamos llamados a una profunda revisión en nuestra convivencia de pueblo. ¡Qué la Virgen María, Madre de la Divina Providencia nos muestre a Jesús y nos oriente hacia un futuro lleno de fe y de esperanza en esta tierra puertorriqueña!