Acabo de ver a Jesús…

03 Feb

Pastor Luis Figueroa Martínez

Iglesia de Jesucristo Espada de la Victoria, Inc. – Luquillo

En Juan 20:17-18 encontramos un relato hermoso y real que da testimonio de la gloriosa resurrección de nuestro Dios, señor y salvador, Jesucristo. Sus letras recogen el momento en el que, por primera vez, una persona tiene contacto con Jesús luego de vencer honrosamente la muerte en la cruz del calvario. Si bien estos pasajes bíblicos son impactantes en su propia naturaleza, lo más que nos llama la atención es el contexto histórico y social en el que ocurren los eventos: Jesús resucitado eligió aparecer por primera vez a una mujer. ¡Sí, a una mujer!

Quizás en este momento usted se estará preguntando cuál es la novedad de que eso haya sucedido así. A lo mejor usted piensa que eso no es nada, o que es un asunto totalmente inconsecuente pues, afortunadamente, en la sociedad en la que vivimos actualmente las mujeres han luchado exitosamente por ocupar un lugar de equidad y dignidad, a pesar del largo camino que aún nos resta. Sin embargo, las cosas no eran así cuando Jesús hizo lo que hizo. 

Si damos un vistazo a la historia de la época en la que ocurrieron estos hechos, las cosas para las mujeres entre el pueblo judío eran bien diferentes. A las mujeres se le consideraban inferiores al hombre, sus roles sociales estaban restrictos, eran marginadas, despreciadas, utilizadas y no gozaban de ningún tipo de honra. Los hombres evitaban hablar con las mujeres en público, les imponían asfixiantes cargas domésticas y su dignidad y palabra no valían nada. Su credibilidad era tan y tan baja, que una mujer no podía servir de testigo o dar testimonio en un juicio o testificar de algún evento público, sin tan siquiera mencionar el trato que recibían en medio de las actividades “religiosas” dentro de las comunidades de fe a las que pertenecían.

¿Qué le pasó a Jesús? ¿Por qué la primera aparición de JESÚS luego de su resurrección fue a una mujer? ¿Si las mujeres no tenían ninguna credibilidad, entonces por qué Jesús le encargó a María Magdalena que testificara a sus discípulos acerca de que había resucitado, que lo había visto y que había hablado con él? La respuesta es bien sencilla: Jesús hizo lo que hizo, porque sabía lo que hacía y nos quiso dejar un hermoso testimonio de equidad. En su misericordia y gran soberanía, nuestro Señor nos ha enseñado el valor intrínseco que tiene la mujer para Dios y para la expansión del evangelio. A lo largo de su ministerio terrenal Jesús fue valiente y rompió con muchas tradiciones y costumbres del fariseísmo. Jesús permitió un acercamiento sin precedentes de la mujer en su ministerio, las protegió y les dio un lugar de honor que sirvió para que muchas de ellas dejaran un legado inspirador para el resto de nosotros: servir a Cristo, aún en contra de la corriente religiosa.

Como cristianos o seguidores de Jesús ahora nos toca a nosotros. ¿Qué legado vamos a dejar a las nuevas generaciones de fe? ¿Cuál es el rol de la mujer en la iglesia de Cristo en este año 2017? ¿Hemos permitido que el sistema “religioso” y “fariseo” de este tiempo nos dicte el rol de la mujer en nuestras congregaciones? Ciertamente muchas preguntas, poco tiempo y poco papel para abordarlas todas a profundidad. Pero una cosa sí podemos hacer sin mucho que esperar: ¡Dejemos que ellas nos cuenten…cada vez que vean o hablen con Jesús!