Carolina recuerda dos gigantes de renombre mundial

22 Aug
(Foto/Suministrada)

CAROLINA – Carolina festejó el natalicio de dos de sus más queridos y representativos Gigantes – Felipe Birriel y Roberto Clemente Walker.

La primera conmemoración tuvo lugar el jueves 16 de agosto, en que se cumplieron 102 años del nacimiento de Felipe Birriel Fernández, quien por su elevada estatura –llegó a medir 7 pies y 11 pulgadas–, se convirtió en el hombre más grande del mundo.

Esta cualidad, de la que posteriormente surgió el cognomento de Carolina como Tierra de Gigantes, le alcanzó notoriedad. La memoria histórica de este insigne personaje se selló el pasado jueves 16 de agosto con la presentación de una ofrenda floral en su tumba ubicada en el Cementerio La Santa Cruz, acto en el que participaron un grupo de amigos.

El segundo evento tuvo lugar al día siguiente, que marcó el 84 aniversario del natalicio de Roberto Clemente Walker. Para honrar la memoria del astro del diamante, se le rindieron honores con la colocación de una ofrenda floral en el Cenotafio que lleva su nombre y donde se recogen los momentos estelares de su destacada trayectoria.

El viernes 17, a media mañana, en el Anfiteatro Fortunato Vizcarrondo, tuvo lugar la presentación del libro “Luis Ramos y la Eternidad del Instante”, por la periodista y compiladora Nilka Estrada, el cual dedica un capítulo a Roberto Clemente con fotos inéditas del astro carolinense.

Ese día se entregaron agradecimientos y reconocimientos a Enrique Zorrilla, hijo de Pedrín Zorrilla, y a José Concepción Ramos, hermano de “Monchile”, ambos peloteros que en vida estuvieron vinculados con Roberto Clemente y su desarrollo profesional.

Al hacer referencia a los gigantes Birriel y Clemente, el Alcalde José Carlos Aponte destacó: “Estos dos hijos de la Carolina fueron semilla viva que cayó en terreno fértil, en una época sumamente difícil donde las oportunidades no abundaban. Ambos, cada cual en su género, sentaron cátedra, se destacaron como Gigantes en medio de la mayor adversidad, y alcanzaron notoriedad a nivel internacional, transformándose en leyendas inmortales. Hoy sus estrellas brillan con la misma intensidad que en sus años de gloria”.

Roberto Clemente Walker, natural del barrio San Antón, con brazos de acero, llegó a la fama vistiendo el uniforme de los Piratas de Pittsburg de 1955 hasta su muerte. En 1966 se le seleccionó como el jugador más valioso de la Liga Nacional; se le proclamó campeón bate cuatro veces en dos series mundiales; ganó el Guante de Oro una docena de veces y fue reconocido como el jugador más valioso de la Serie Mundial de 1971.

Birriel, por su parte, nacido en el Barrio Barrazas, se dedicó a la siembra de productos agrícolas. Un desorden en la glándula pituitaria le provocó el gigantismo, que logró controlar con radioterapias. Su imponente estatura le facilitó contratos de promoción y venta de productos en Puerto Rico y Estados Unidos, y al mismo tiempo, el abuso de mercenarios. Un paro cardiaco le cobró la vida a los 77 años.