Mi romance con el Tapia

12/18/2013

Por: Sonny Falú / Para Presencia
sonnyfalu@yahoo.com

Uno de los grandes placeres de mi vida como educador es llevar a mis estudiantes a ver TEATRO, en eso me va el corazón.  Eso no se da en el vacío. En esta época navideña les regalo a ustedes un trozo del capítulo MI ROMANCE CON EL TAPIA de un libro que escribí y será publicado en los primeros meses del 2014.  Que lo disfruten.

Sonny Falú (Foto/Suministrada)
Sonny Falú (Foto/Suministrada)

“LLÉVATE AL NENE” sonó la contundente voz de mi abuelo materno, EMILIO ALLENDE, cuando MARTA, una de mis tías, le indicó que iba a la IGLESIA para ayudar a un grupo de mujeres en algo. El nene era yo, que por alguna razón percibí que a Marta la orden de PAPÁ (así llamábamos al abuelo) no le había placido nada… Marta molesta, pero disimulando pues Papá no “comía cuentos”, me lavó la cara y las manos y me puso ropa limpia.

Yo estaba contento –contentísimo- porque iba a pasear… Aunque fuera para la iglesia.

Caminamos desde el gran caserón de la calle Laura 1855 hacia la calle Las Flores y ahí subimos hacia LA LOÍZA. Cuando llegamos a la esquina, al cruzar, en la parada de guaguas frente a los ALMACENES INFANZÓN, una mujer que yo no conocía saludó muy efusivamente a Marta, quien le respondió: “Cruzo seguida, deja entrar aquí a la FARMACIA AMERICANA” (farmacia que aun esta allí y con el mismo nombre).

En la farmacia, Marta me compró el paquete de dulces más grande que yo jamás había visto, que quizá era una fundita, pero desde mi pequeña estatura de entonces, la veía grandísima…Por el resto de la tarde me entregué a una misión: Comérmela completa para al regresar no tener que darle ni uno a CHIQUI o VERITA (mis hermanos)… Cosas de muchachito…

Cuando cruzamos al otro lado, donde esperaba la amiga, tomamos la guagua. Me estuvo extraño, pues ya yo conocía la ruta hacia cualquiera de las iglesias del sector y a ambas llegábamos a pie…A la SANTA TERESITA el camino era varias calles hacia el lado opuesto, y para la SAN JORGE el camino era atravesando por la CALLE PÉREZ…Pero, no le presté mayor atención, mi misión eran los dulces, así que guardé silencio y comí.

Cuando llegamos, entramos a un lugar extraño para mí, pero un lugar que me despertó mucha curiosidad… QUE IGLESIA RARA”, pensaba. “¿Dónde está el crucifijo? Tampoco veo monjas… ¿Y las velas?” Aun así, en el lugar había algo que me gustaba…

”Cuando no quieras más dulces me das la funda para ponerla en mi cartera y te puedes dormir si quieres” me dijo Marta “¿Permiso para dormirme en la iglesia? ¡Qué raro!”, pensé, pero RARO-BUENO…

De momento se apagaron las luces. Yo no lo podía creer. “¿Será por eso que puedo dormir, porque nadie me va a ver?

De momento, las cortinas del frente se abrieron y tras ellas había algo que yo no podía ubicar en el contexto de la misa… Aquello como que era MEJOR…UNA SENSACIÓN DE PROFUNDO PLACER ME ENVOLVIÓ…

No entendí NADA de lo que allí sucedió, pero no me dormí ni un segundo… Aquello me encantó, literalmente… Solo pensaba: “ESTÁ ES LA IGLESIA A LA QUE YO QUIERO VENIR SIEMPRE” Aquella IGLESIA DIFERENTE me parecía MARAVILLOSA…

Años después, cuando cursaba el quinto grado en el COLEGIO DE LOURDES, la maestra nos asignó como proyecto, escribir una anécdota sobre alguna experiencia de mucha alegría, para luego leerla frente a la clase.

Aun antes de que ella terminara las instrucciones, yo SABÍA la anécdota que quería escribir, pues la pensaba con frecuencia. Había, claro,  detalles que yo aún desconocía: ¿Era aquello verdaderamente una iglesia? ¿Por qué entonces no había un cura?  ¿Por qué nadie cantó ni se arrodilló?

El fin de semana, cuando fuimos a la casa de las tías, como solíamos hacer, fui directamente a donde Marta para plantearle mis interrogantes… Ella se echó a reír mientras me preguntaba: “¿Tú te acuerdas de eso? Nene, tu eres un peligro.” Y continuó: “Pero, como guardaste silencio, y a estas alturas,  qué importa, te diré: aquella tarde a donde fuimos fue al matiné del TEATRO TAPIA y vimos una obra que se llama LOS SOLES TRUNCOS”.

Hoy, atando los cabos sueltos, solo alcanzo a pensar: “Dios mío, con solo 6 años, yo estuve allí, en aquel fin de semana que fue el estreno mundial de LOS SOLES TRUNCOS de RENÉ MARQUES con GILDA GALÁN, MADELINE WILLEMSEN y MYRNA CASAS, dirigidas por VICTORIA ESPINOSA en el Primer Festival de Teatro Puertorriqueño del Instituto de Cultura…. Y recientemente supe que fue la primera vez que Victoria dirigió profesionalmente… ¡GRACIAS A LA VIDA!