Dios no permite el placer sexual en el matrimonio…¡Dios lo ordena!

09/18/2013

Por : Javier Donate y Cindy Stalker

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(787)643-4709

— Mi amor, para celebrar nuestro aniversario número 17 deseo realizar una fantasía contigo, —dijo Carlos.

— ¿Fantasía? ¿A qué te refieres? —Contestó asombrada Susana.

— Quiero que te compres unos panties gstring color rojo y que modeles con ellos puestos de manera sensual frente a mí. Es que quiero deleitarme mirando tu excitante cuerpo.

Javier Donate y Cindy Stalker 2— ¡Estás loco Carlos! ¿Piensas que voy actuar como una mujerzuela de la calle?

— Pero mi amor, yo solo quiero disfrutar viendo a mi esposa.

— ¡Ni lo pienses! Me sorprende que tengas la mente tan dañada. —Contestó incómoda Susana.

Después de más de una década en la que hemos estado presentando charlas para jóvenes y para matrimonios en diferentes escenarios, hemos notado que aun existe mucha renuencia para tratar este asunto. Por otro lado, notamos que en algunos medios religiosos donde sí se habla de dicho tema, el enfoque es negativo. Es decir, el énfasis se coloca en las prohibiciones. “¡No debes hacer esto, no hagas lo otro…, aquello es malo…” Al fin y al cabo terminamos pensando que mientras la pareja está en la cama, Dios los mira con una cara que parece decir: “¡cuidado con lo que hacen!”. Esto hace que en lugar de los esposos disfrutar de su intimidad placenteramente y en forma abierta, su encuentro sexual se realice en un clima de temores y sentimientos de culpa.

Muchos piensan que Dios considera el sexo como un mal necesario y que se permite únicamente para perpetuar la raza humana. Pero nada más lejos de la verdad. El Creador inventó la sexualidad, entre otras cosas, para el disfrute pleno de la pareja en el ámbito del matrimonio. El erotismo entre los cónyuges está muy bien expresado en la Biblia. El capítulo 7 del Cantar de los Cantares declara:

¡Ah, princesa mía, cuán bellos son tus pies en las sandalias! Las curvas de tus caderas son como alhajas labradas por hábil artesano… Tus pechos parecen dos cervatillos, dos crías mellizas de gacela… Cuán bella eres, amor mío, ¡cuán encantadora en tus delicias!…Tu talle se asemeja al talle de la palmera, y tus pechos a sus racimos. Me dije: «Me treparé a la palmera; de sus racimos me adueñaré» ¡Sean tus pechos como racimos de uvas, tu aliento cual fragancia de manzanas…

¡Sí! Salomón inspirado por el Espíritu Santo escribió este poema de amor erótico dedicado a su amada. El Señor no es glorificado por las parejas que sostienen relaciones íntimas como si estuvieran asistiendo a un funeral. ¡Él quiere celebrar el amor! ¡Desea una celebración, no un velorio!

En nuestro stand up motivacional para parejas “Secretos del Cuarto Matrimonial” que llevamos a los teatros le pregunto a la audiencia: ¿Cuántos están seguros que Dios permite el disfrute pleno de la relación sexual entre los casados? La mayoría asiente. En ese momento digo enfáticamente: ¡se equivocaron!

No es que Dios permita el placer sexual en el matrimonio; más bien… ¡Dios nos lo ordena!