El enemigo silencioso

03/11/2015

Por: Moraima Oyola
moraimaoyola@yahoo.com

La mayoría de las personas en algún momento han tenido cerca a este enemigo. Tal vez no han podido descifrar qué es o quién es, pero yo que lo conocí tan cerca, te puedo decir que se llama DEPRESIÓN.

moraima
(Moraima Oyola. Foto/Suministrada)

¿Cómo supe que era depresión? Lloraba todos los días sin saber por qué, le pedía a Dios que por favor me ayudara con todos los problemas que estaba pasando pero mi fe era tan poca que seguía ahí. A veces no sabía ni por qué estaba así; lloraba por ver tv, por escuchar una canción, peleaba todos los días con mis hijos y mi esposo, no quería llegar a mi casa… Fue entonces que me dije “yo no puedo seguir así”, pero no hice nada.

Recuerdo que en una ocasión me encerré en mi cuarto y comencé a llorar sin cesar. Era un llanto que no tenía fin. Escuchaba voces lejanas que me hablaban. Según mis hijos, de momento comencé a darme fuertes puños en mi cara, me arrancaba el pelo, y me tiraba al piso, no escuchaba ya a nadie. Cuando mi esposo llegó yo comencé hablar de una forma diferente y le decía (a alguien que no estaba allí) que lo soltara y que no se lo llevara.

Pasaron aproximadamente cuatro meses. Un día me sentía muy agobiada con tantas situaciones que estaba pasando en mi vida que me encierro en mi cuarto a llorar. Con dolor escuchaba una voz que me decía que, “si no quería sentir dolor” que me matara, que me cortara mis venas. Busqué un cuchillo y  comencé a hacerme cortaduras en mi brazo. Me estaba haciendo daño sin darme cuenta.  Fue entonces que entró a mi habitación mi hijo menor, se sentó a mi lado llorando y me dijo: “Mami, ¿qué tú haces? No hagas eso por favor.” Le contesté: “Quiero sentir dolor, eso me gusta. Me quiero morir.”

Al otro día tome la decisión de buscar ayuda. No podía ni dormir; tenía que tomar tantos medicamentos diarios, hacer una fila para recogerlos, rodeada de personas con una salud mental muy pobre. No veía a mis hijos hacía una semana y próximamente era la graduación de mi pequeña, no era posible que yo no pudiera estar en el momento más importante para ella.

Firmé los documentos luego de dos semanas de estar allí y debajo de un enorme aguacero llegó el día que saldría de ese infierno. Mi esposo me buscó y cuando vi a mis hijos fue esa sensación de abrazarlos y besarlos. Mi corazón latía tan fuerte que pensé que se me salía. Me dije: tengo que luchar por mis hijos y voy a salir de esto yo solita sin medicamentos sin médicos.

Mi vida siguió su rumbo, todavía tenía mis lagunas y a veces sentía decaer, pero poco apoco mi comunicación con Dios fue más constante y me ayudó mucho.

Datos a recordar:

  1. Cada vez son más las personas que se sumergen en la depresión. Algunas de las razones son: la soledad, pérdidas y conflictos emocionales, entre otras. Siempre habrá alguien dispuesto a ayudarte. Si bien es cierto que las situaciones no terminarán, las soluciones tampoco; en todo momento existirá una alternativa sana y segura sin exponer nuestra vida ni valores. Debemos buscar ayuda.2. La depresión nos puede cambiar la ruta, pero jamás el destino. Es importante reconocer que la depresión puede alcanzar a cualquier persona. Si lo estás viviendo, ahora es tiempo de identificarlo para poder trabajarlo. Crea un circulo de apoyo, no tienes por qué enfrentarlo solo o sola.
  2. No te sientas culpable. La culpa es un sentimiento que esclaviza y nos atrasa llevándonos a renunciar a nuestros sueños. Aprende a utilizar esta experiencia como el espejo retrovisor de un auto, solo para ver lo que queremos ver.4. Fortalece tu autoestima y reconoce tu valor. Quien creas ser hoy, determinará quién serás mañana. Tienes un valor incalculable y ninguna circunstancia podrá destruir tu propósito de vida, pues llegaste al mundo a plantar un legado.

Envíame tu escrito a moraimaoyola@yahoo.com y te compartiré herramientas.

Tu historia puede ayudar a otros.