El liderazgo y la credibilidad

25 Feb

Juan Fernando Cruz Torres
jubilee@jubileepr.com

A juicio de algunos autores con los que estamos de acuerdo, el líder del futuro es aquel que posee credibilidad, y es que, sin importar el escenario o nivel jerárquico en el que se ejerza liderazgo, resulta imposible mantenerse, y mucho menos inspirar a su gente si no tiene credibilidad.

JUan Cruz Jubilee
Foto/Archivo

Entre los rasgos que distinguen a los líderes con credibilidad resaltan la transparencia, la integridad, la responsabilidad, el compromiso, la predictibilidad, la consistencia y la acción fundamentado sobre un carácter a prueba de fuego (tentaciones, corrupción, protagonismo, inseguridad, dobles agendas e intereses personales). Esto se traduce en capital y solvencia moral. Un líder que pierde credibilidad no permanece, y termina por convertirse en cómplice de su propia desgracia.

Por otro lado, un líder inspiracional es consciente de la importancia de conservar su credibilidad y la atesora. El carácter tiene que ver mucho con la credibilidad del líder. En estudios realizados por prestigiosas universidades, atribuyen al carácter sobre el 85 por ciento del éxito de un líder. Sin embargo, pareciera que para algunos líderes la palabra credibilidad ha caído en desuso, no existe en su diccionario, constituye un pecado, o la atesoran tanto, que no recuerdan dónde la guardaron.

La honestidad, al igual que el carácter, está estrechamente relacionada con la credibilidad. El expresidente de los EEUU, George Washington, dijo: “Espero poseer la firmeza y la suficiente virtud para mantener lo que considero es el más envidiable de todos los títulos, el carácter de un hombre honesto”.

Es importante destacar que la credibilidad establece la diferencia entre los líderes que prevalecen y trascienden, y los efímeros que son considerados aves de paso. Hace que el líder sea reconocido, respetado y admirado aun por sus detractores. Seguramente por eso, Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Martin Luther King y Jesús, el líder inspiracional por excelencia de todos los tiempos, son tan admirados, ponían la acción donde ponían la palabra.

A continuación comparto unas palabras del prócer puertorriqueño, Rafael Martínez Nadal, que inevitablemente emergen de mi corazón a mi mente acerca de la credibilidad y el capital moral del líder que dicen: “Aunque no pueda ostentar virtud alguna superior, tengo una que me fortalece ante la adversidad, y es el valor de mis propios actos”. Es decir, vivir y poder caminar con la frente en alto.

Damos gracias a Dios por quienes han comprendido y adoptado  como regla absoluta de vida su  exhortación que establece que: “Más vale el buen nombre que las muchas riquezas”.