El retrovisor

12 Mar

Por: Gina Delucca
Escritora Invitada

Sencillo y rudimentario, el espejo retrovisor es una de las piezas más importantes de un automóvil. Te puede salvar la vida. Pero no es uno, en realidad son tres los retrovisores. La idea de estos espejos es tener todos los ángulos cubiertos, no solo la visión de lo que está a nuestro alrededor y el camino a seguir, sino también lo que ya pasó y lo que nos podría estar siguiendo.

Gina Delucca (Foto/Suministrada)
Gina Delucca (Foto/Suministrada)

En la vida tenemos que mirar a nuestros espejos retrovisores. Aclaro, no es que debemos mirar atrás. Es más bien mirar hacia atrás, mientras se camina hacia adelante. Hay una diferencia.

Sigamos con la metáfora. El espejo retrovisor largo, el que está a solo pulgadas de los ojos del conductor, es el más panorámico. En nuestro caminar por la vida, mirar por ese espejo es ver nuestro pasado como un todo que se va alejando. En cambio, si en vez de usar el retrovisor nos viráramos para mirar atrás, podríamos tener un accidente lamentable. La perspectiva debe ser esta: estoy aquí, en la jornada de mi vida, consciente de lo que pasó, pero no puedo mirar atrás, sino más bien ver ese pasado como un elemento más de mi jornada.

El espejo de la izquierda, el más cercano y el más utilizado, simboliza los errores que cometimos y que no debemos volver a cometer. Es importante mirarlo con madurez y asertividad, siendo sinceros con nosotros mismos, y también sin lamentarnos mucho. Es nuestra escuelita. Por ahí no voy a volver a doblar. En ese PARE tengo que parar. El camino más largo, en realidad era el mejor, no los atajos que tomé a exceso de velocidad. Mirar por este espejo de nuestras vidas es crucial para nuestro progreso, físico, emocional, profesional y también espiritual.

El espejo de la derecha, el menos usado, es el de la perspectiva de la celebración y el agradecimiento. Es precisamente el que debemos utilizar más, para reconocer que hemos tenido muchas bendiciones y que debemos agradecerlas, aun cuando en el presente la situación sea otra. ¡Qué trabajo nos da agradecer hoy lo bueno que tuvimos ayer! Todo eso cae en el olvido, lo damos por sentado, como si fuera algo que de todas maneras nos merecíamos. Es más fácil ponernos a tocar el violín de la melancolía y ahogarnos en el negativismo. Ese retrovisor hay que usarlo más y añadirlo a la perspectiva de nuestra vida.

Un pasado, tres espejos, tres propósitos. ¿Estamos usando nuestros retrovisores correctamente?

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