Excusas para auto justificación

23 Sep

Por: Livio Ramírez

El ser humano tiene la tendencia a justificar su mal proceder, y a ofrecer excusas por sus actos. Adán fue el primero en usar esa técnica para tratar de justificar ante Dios su desobediencia al comer la fruta prohibida. La mujer que me diste por compañera, me dio del árbol, y yo comí. (Gn. 3:12) En el último análisis, Adán estaba culpando a Dios por su mal proceder, pues le dio la mujer, pero él tenía que obedecer a Dios antes que a la mujer. Esa desobediencia trajo como consecuencia la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Aarón justificó haber hecho un becerro de oro a la tardanza de Moisés en descender del Monte Sinaí, donde Dios le dio los diez mandamientos. A aquel pueblo que pidió un dios de oro, Dios le dijo: En el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado. (Ex. 32:34) Ese pueblo no entró a la tierra prometida.

Livio Ramírez foto/ suministrada
Livio Ramírez
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Saúl justificó haber usurpado las funciones del sacerdote al ofrecer holocausto a Dios, debido a la tardanza del profeta Samuel en llegar a realizar esa función ante la amenaza de los fariseos. Samuel llegó al final del séptimo día, según había acordado con Saúl. La usurpación de las funciones sacerdotales, tuvo como consecuencia que Saúl fuera desechado por Dios como rey de Israel. No existe excusa alguna para justificar la desobediencia a Dios. La desobediencia a Dios se constituye en pecado. Por más excusas que busque el ser humano, su pecado es absolutamente inexcusable. Así lo confirma el apóstol Pablo, cuando dice: Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. (Ro. 1:20)

Una de las excusas más usadas para no aceptar el perdón de Cristo es la propia justicia del ser humano. Éste se cree limpio de toda maldad, al tratar de justificar todos sus actos. Pero Job pregunta: ¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie. (Job 14:4) Salomón añade: Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque. (Ec. 7:20) Te invitamos a no seguir justificando tu rechazo al Señor; tu justificación puede satisfacerte a ti, pero no complacerá a Dios. Tu auto justificación sólo traerá como consecuencia la separación completa y permanente de Dios. Cuando tú te presentes ante Dios en la eternidad no podrás ofrecer excusas. Así que acepta que no eres perfecto, que has pecado contra Dios, y que sólo la sangre de Cristo te reconciliará con Dios. El Señor Jesús dijo: Si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. (Jn. 8:24) El apóstol Pablo, refiriéndose a Cristo, declara: Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que fuésemos hechos justicia de Dios en Él (2 Co. 5:21)