Las cadenas de la codependencia… rotas a través de la Consejería Grupal

09/25/2013

Por: Laura Palacios Hernández, Consejera en Adiestramiento
Programa Graduado de Consejería en Salud Mental
Universidad Central de Bayamón

Cuando hablamos de codependencia, por lo general se hace referencia a una relación con una persona adicta al alcohol, sustancias o a conductas que afectan sus pensamientos, sentimientos o acciones. Pero la codependencia va más allá de lo que muchos podemos pensar.

Laura Palacios Hernández, Consejera en Adiestramiento. (Foto/Suministrada)
Laura Palacios Hernández, Consejera en Adiestramiento. (Foto/Suministrada)

La codependencia representa la pérdida de nuestro Yo real. Cada persona tiene su propia historia, y precisamente eso es lo que nos hace únicos en la vida. Sin embargo, la persona codependiente se olvida de sí misma, de sus necesidades para suplir las de los demás. Esto puede ocurrir con algún familiar o pareja, resultando en la formación de una relación disfuncional y una falsa identidad, conocido también como las cadenas de la codependencia.

La codependencia es definida como: un comportamiento aprendido y expresado por dependencias en las personas y cosas fuera de sí mismo (Noriega, 2004). Una persona codependiente está atada a otra persona; vive por esa otra persona y tiene en su mente que la única manera de ser feliz es si la otra persona es feliz. Estos pensamientos irracionales se han ido desarrollando a través de su vida.

La mayor parte de las veces, la codependencia se aprende en la familia de origen. Desde pequeños observamos las relaciones de los adultos alrededor de nosotros y de ellas aprendemos lo que es vivir. Una vez llegamos a adultos, hacemos nuestras decisiones, pero inconscientemente tendemos a escoger lo que se nos es familiar.

Las investigaciones estudiadas (Knudson & Terrell, 2012) establecen que ciertas conductas son aprendidas; ejemplo: una niña criada con un padre abusivo (verbal o físico), muestra una tendencia a establecer una relación con un hombre maltratante. En las féminas se observa una urgencia de rescatar a tu pareja o familiar. Es como una madre que siente que tiene que resolver los problemas de sus hijos y de no hacerlo entra en una desesperación insaciable.

Nuestra forma de ser tiene mucho que ver con quiénes éramos cuando pequeños. Nuestros padres juegan un papel importante e influyente en los hijos, sin darnos cuenta. A nivel inconsciente nos atrae aquello que se nos es familiar. De alguna forma eso nos da seguridad, porque es algo que conocemos. Cuando nos enfrentamos al cambio, para bien o para mal, corremos a escondernos detrás de lo ya conocido.

A través de la consejería grupal el/la codependiente comienza hacer algo por sí mismo, con la ayuda de otras personas que le entienden, le aceptan y le ayudan. Comienza a conocer otras personas que han estado en sus zapatos y entienden lo difícil que es terminar una relación de codependencia. A la misma vez, da esperanzas ver cómo otras personas han salido fortalecidas de esa situación; de manera que los miembros del grupo pueden servir como modelos a seguir y fomentar entre ellos sentimientos de éxito y realización.

Por ende, la consejería grupal es una opción muy beneficiosa, a demás de que es costo-efectiva para aquellas personas que tienen bajos recursos. En el grupo se crea un ambiente seguro que permite la confianza de expresar sentimientos sin ser recriminadas/os por las situaciones que atraviesan. Los miembros tienen la oportunidad de identificar conductas en los demás; un tipo de auto análisis a través de experiencias ajenas.

Este tipo de consejería es una manera de bajar los mecanismos de defensa y dejar entrar el sentimiento de aceptación. Ayuda a los/as codependientes a atravesar una aventura que no siempre es fácil: un proceso de autodescubrirse y redefinir quién es en la vida y hacia dónde quiere ir en su nueva etapa. El grupo es la herramienta de cada miembro para romper las cadenas; no es fácil pero tampoco imposible. En la consejería esta la llave de tu reencuentro.