Las pasiones juveniles

21 Oct

Por Livio Ramírez del Ministerio Dios Habla Hoy
www.dioshablahoy.org

Aristóteles, el gran filósofo griego, dijo: “El sabio no dice todo lo que piensa, pero sí piensa todo lo que dice”. Nosotros añadimos que el sabio no sólo piensa todo lo que dice, sino todo lo que hace. La juventud de estos tiempos muchas veces no piensa lo que hace, y por ende, se envuelve en serios problemas que cambian el rumbo de sus vidas. De acuerdo a las estadísticas de la Policía, son los jóvenes los que más se ven envueltos en accidentes de automóviles, y los que más mueren en los mismos.

(Foto/Suministrada)
(Foto/Suministrada)

Como resultado de esos accidentes, a veces mueren también o quedan inválidos personas inocentes. Según los récords policíacos, hay dos causas por las cuales responsabilizar a estas personas: guiar negligentemente, y guiar bajo los efectos de alcohol y drogas. Estos jóvenes que pierden sus vidas en esos accidentes, podrían llegar a ser padres y madres de familia; profesionales en distintas ocupaciones celebridades, jefes de estado, mujeres y hombres de negocio, y hasta líderes religiosos; en fin, gente útil a la sociedad. Pero, lamentablemente tronchan sus vidas, sin cumplir el propósito para el cual nacieron.

Otros, aunque no mueren, dañan sus vidas por seguir, lo que la Biblia llama, caminos de pecado o de perversidad, que muchas veces los llevan a la cárcel. El Proverbio 16:17 dice: El camino de los rectos se aparta del mal; su vid guarda el que guarda su camino. Hay una historia de una joven que no pensó lo que hacía. A temprana edad esta joven abandonó la escuela y su hogar, dejando a una madre enferma, un padre inválido, y a un hermano menor que asistía a la escuela. La muchacha se fue a vivir con un joven que tenía mucho dinero por estar involucrado en el tráfico de drogas. Al cabo de unos años fueron arrestados, y sentenciados a cumplir una larga condena. En la cárcel, la joven supo que la madre murió, que el padre fue recluido en un hogar de ancianos, y que su hermano se fue a vivir al extranjero con unos familiares. Al salir de la cárcel, el marido la abandonó y se encontró sola, marginada por la sociedad, y frustrada al reconocer que debió frenado los deseos mundanos.

De la misma manera que en una etapa de la vida por no pensar sabiamente se puede tomar un rumbo equivocado, también se puede recapacitar y limpiarse de todo pecado. Sobre esto, y refiriéndose a todos los males que llevan a la gente a la perdición, el apóstol Pablo nos exhorta: Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor (2 Ti. 2:21-22)