Opinión: Somos muchos los culpables

09 Feb

Juan José Díaz Díaz
Especial para Presencia

El tema de la criminalidad, particularmente el renglón de los asesinatos, levanta pasiones, y provoca que, en cada esquina de este precioso archipiélago, gente de todas las edades lance sus propuestas sobre cómo se debe atajar.

Juan José Díaz Díaz. (Foto/suminsitrada)

Por un lado, están los que sugieren que haya más patrullaje, como si los criminales no tuvieran la capacidad de vigilar a nuestros policías que, por razones que aún no logro comprender, se pasean con los biombos encendidos, haciéndose fáciles de detectar desde distancias extraordinarias, y haciéndole la vida de cuadritos a los demás conductores que viajan al frente o detrás de ellos en la noche. Por otro lado, hay quienes le echan la culpa a los políticos de turno, porque… bueno, porque sí.  

Sé que a muchos no les caerá nada bien lo que voy a decir, pero la culpa no es de la policía ni de los políticos, sino de nosotros mismos.

Desde hace muchos años, vengo viendo padres y madres en las calles y en los centros comerciales amenazando a sus niños, utilizando las figuras de los policías, los bomberos y hasta de nuestros ancianos. “Si no te comes la comida, llamo al policía para que te venga a buscar”, “…llamo al viejo del saco para que te lleve, si no dejas de llorar”, “mira, ahí va el bombero. Le digo que te lleve, si no te portas bien”.

Parecería una tontería, pero esto es serio, porque esos niños crecen teniéndole odio, miedo y desconfianza al policía, al bombero y a las personas de mayor edad. Entonces, ¿cómo podemos esperar que se conviertan en hombres y mujeres de bien, si ven a las figuras de ley y orden como enemigos? ¿Cómo podemos esperar que no maltraten a nuestros viejitos, si vivieron toda su niñez pensando que los viejos eran malos?

Decirles a nuestros niños que el policía o el viejo del saco se lo va a llevar, es un jueguito que sale demasiado caro.

No estoy diciendo que lo anterior sea la única razón por la que muchos hijos de esta patria, terminan convirtiéndose en criminales, pero estoy convencido de que es parte importante del problema.

Por otra parte, nos falta babilla para denunciar lo que está mal. Cada vez que matan a una mujer, salen varias personas a admitir que “él le daba, la humillaba, y la amenazaba”. Bueno, ¿y por qué rayos no lo denunciaron? Ah, porque en cuestiones de parejas uno no se mete. Y lo peor del caso es que, cuando se produce el asesinato, hay un gran sector que le echa la culpa a la mujer, “porque ella sabía cómo era él, y estaba enchulá”, o “es que él era demasiado celoso, y ella le daba motivos para celarla más todavía” … idioteces como esas, solo para justificar no haber hecho nada para evitar esta tragedia.

En fin, nos falta mucho por hacer si queremos ganarle la batalla a la criminalidad. Mientras, les invito a reflexionar con esta frase del gran Albert Einstein: “El mundo no está en peligro por las personas malas, sino por aquellas que permiten la maldad.”