Palabra del día: La impaciencia

17 Jun

Por: Livio Ramírez

La época actual es de nerviosismo, neurosis e impaciencia. Corremos cuando no hay ninguna necesidad de correr, simplemente para llegar más rápido. Esta era de tanta velocidad ha producido más problemas y menos crecimiento espiritual que las anteriores; nos ha dado un sistema de nervios agitados.

Livio Ramírez foto/ suministrada
Livio Ramírez
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La impaciencia ha producido una nueva cosecha de hogares destruidos, de úlceras estomacales, de ataques de migraña, de enfermedades mentales y cardiovasculares, y ha preparado el escenario para muchos conflictos que afectan nuestras relaciones interpersonales.

La paciencia es una cualidad admirable en la vida que pocas personas parecen poseer, incluso, los cristianos. Según la Palabra de Dios, nuestra vida se debe caracterizar por la paciencia, porque ésta es importante para desarrollar el carácter maduro y estable que el Señor desea que se produzca en su pueblo.

La paciencia es la capacidad de absorber problemas y tensiones, sin irritarse, y no verse afectado por los obstáculos, los retrasos y los fracasos. Es simplemente poder ignorar estos tropiezos, y confiando en el Señor, comenzar de nuevo. Dios permite que tengamos dificultades, inconvenientes, pruebas, e incluso sufrimientos, con un fin específico: éstos nos ayudan a desarrollar la actitud apropiada para que nuestra paciencia pueda crecer.

Cuando el cristiano ve que esas pruebas siempre le ayudan a bien, permitiéndole alcanzar resultados convenientes para su carácter, se prepara el escenario para el desarrollo de un espíritu paciente. Es sólo entonces que el Espíritu Santo de Dios puede desarrollar el fruto de la paciencia en la vida de la persona. A esto se refiere el apóstol Pablo, cuando nos dice: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero, los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. (Ga. 5:22-25)

Las personas impacientes parecen estar dominadas por una actitud mental que las hace responder negativamente a las irritaciones, las tensiones, las presiones y las provocaciones. Puesto que la impaciencia es una característica de la naturaleza vieja o adánica, se debe poner en práctica el principio de la transformación y la renovación.

La impaciencia es un hábito que tenemos que tenemos que eliminar para poder vivir una vida cristiana saludable mental, física y espiritualmente.

El apóstol Pedro dice a los creyentes: Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. (2 P. 1:5-9)