Reflexión: Hombres valorando a las mujeres

12 Aug

(Foto/Archivo)

Génesis 2 y 3

Ramón A. Sierra

Parte 1:

Para que el varón pueda valorar a la mujer es imperativo que ambos tengan presente la visión de Dios sobre la mujer y el hombre en su relación recíproca. La mujer no se puede entender en aislamiento del varón, ni el varón independiente de la mujer.

Sin embargo, vivimos en tiempos de gran confusión respecto a la definición hombre y mujer. Muchas de las posturas fuera de la fe cristiana ponen en tela de juicio o rechazan la distinción y la esencia de los sexos que se han revelado en las Escrituras, catalogándolas como arcaicas o retrogradas.

El hombre y la mujer en la creación

El relato de la creación en Génesis 1 va pintando el cuadro para la creación máxima de Dios, la raza humana. En los versículos 1-25, todo sobre la creación del mundo prepara el escenario para la vida y el desarrollo de la humanidad que cohabitará la tierra.

  • Tanto el varón como la mujer fueron creados a la imagen de Dios: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (v. 27).

La mujer y el hombre creados a la imagen de Dios tienen la capacidad de relacionarse amorosa y creativamente uno con el otro, con Dios y con la creación. Esto es lo que le da dignidad a la mujer y al hombre y lo que los hace iguales.

Pero es significativo que en Génesis 2, donde se presentan más detalles sobre la creación de la mujer y el hombre encontramos un contraste…

El varón fue formado “…del polvo de la tierra…” (2:7). Mientras que para la mujer, “…Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas…” (2:21).

Entonces, la mujer y el hombre comparten la misma humanidad, pero son diferentes. Por esa razón, al ser iguales pueden gozar de un verdadero compañerismo y al ser diferentes se pueden complementar.

  • La mujer y el hombre recibieron el mandato cultural de ser mayordomos de la tierra y de la raza humana.

Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (1:28).

Al hombre y a la mujer, juntos, Dios los bendijo, los llamó a reproducirse, y más importante, les otorgó la responsabilidad de sojuzgar y señorear (trabajar y gobernar) sobre toda la creación.

Es sorprendentemente claro la experiencia compartida entre la mujer y el hombre desde la creación, que establece las bases para la relación mutua de igualdad y diferenciación entre los sexos, lo que hace posible el amor y la estimación profunda.

A partir de lo expuesto, como varones, ¿qué necesitaríamos modificar y corregir en relación con las mujeres en nuestras vidas (madres, esposas, hermanas, hijas, otras)?