Salud: propósitos para el nuevo año

01/01/2014

Por: Javier Donate y Cindy Stalker / Para Presencia

Con el nuevo año llegan otros retos, entre los que no debe faltar el cuidado de nuestro cuerpo. Por eso, te proponemos qué hacer para mejorar tu salud de cara a 2014

Javier Donate y Cindy Stalker. (Foto/Suministrada)
Javier Donate y Cindy Stalker. (Foto/Suministrada)

No se puede ahorrar salud, ni guardarla para luego; pero lo que sí podemos hacer es prevenir, que es una forma de adelantarse a los problemas. Así que el primer propósito que todos debemos llevar a cabo de cara al año que entra es el de pasar nuestra propia ITV, nuestra revisión.

Debemos saber cómo estamos para actuar en consecuencia. Tómate la tensión y hazte un análisis de sangre  para conocer la tasa de colesterol, de triglicéridos y demás datos pertinentes. Si eres mujer, a partir de los 50, debes hacerte una mamografía y una citología anual. Presta una especial atención al corazón. Está demostrado que si una mujer en edad menopáusica se queja de un dolor en el pecho, se tiende a pensar que se trata de un trastorno digestivo. Pero si es un hombre el que se queja, inmediatamente se le lleva a urgencias ante la sospecha de que se trate de un infarto. Y eso es grave porque se pierde un tiempo que puede ser definitivo. Cuando llega la menopausia, el riesgo cardiovascular se iguala entre mujer y hombre. También debes hacer la revisión pertinente de colon y la correspondiente densitometría para conocer el estado de tus huesos.

SUPERAR EL FRACASO

El fracaso hay que reconocerlo y aceptarlo; y luego, intentar de nuevo el éxito. Miguel Silveira es rotundo: “El fracaso sólo significa que ése no era el camino idóneo. No se puede confundir actuación fracasada con persona fracasada. La tarea y la persona son planos diferentes. Y además hay que superar la tentación del “no puedo”, porque eso significa renuncia. Hay que seguir intentándolo. El éxito aparece a veces después de varios esfuerzos. Es cuestión de perseverancia. Y, desde luego, cultivar la “expectativa del éxito” en vez de la “expectativa del fracaso”.

EL OPTIMISMO CURA

Descartados los problemas físicos notables, nos hace falta poner un poco de optimismo, especialmente en momentos como el que vivimos. Recurrimos a Miguel Silveira, psicólogo clínico y experto en estas cuestiones. “Conviene no hablar tanto de la crisis para que no se instale en la conciencia con el mismo relieve. Por lo mismo, no conviene escuchar a todas horas los continuos mensajes pesimistas. No está en nuestras manos modificar la realidad, pero podemos esforzarnos en buscar algún proyecto estimulante que tire de nosotros y nos impulse a la acción”. En definitiva: no vale quedarse en la queja; hay que afrontar el año con ánimo positivo y pensar siempre en lo que se tiene y no en lo que falta.

ACABAR CON EL MIEDO

El miedo es el mayor freno emocional que nos afecta a la hora de desplegar nuestros intereses, nuestros deseos y nuestras aspiraciones. El miedo no sólo se puede superar, sino que se debe superar. Somos lo que pensamos. Y si piensas que vas a ser rechazado, lo serás; como si piensas que eres un perdedor, lo serás. Pero si crees que hay una oportunidad, la aprovecharás; y si crees que aún estás a tiempo, volverás a empezar. Hay que pensar en positivo, esa es la clave. Cada vez son más las personas que debido al estrés sufren miedos irracionales a ser rechazados, a fracasar, a muchas cosas. Y por ello emplean mecanismos de escape y de evitación constante, en vez de enfrentarse a las situaciones temidas. Está demostrado que el 96% de nuestros temores no se cumple nunca.

AUTOESTIMA

Uno de los problemas más comunes es la falta de autoestima. La solemos tener por los suelos. No nos damos cuenta de que todos somos competentes para algo. Así que hay que descubrir esas potencialidades personales y desarrollarlas. Lo que no podemos hacer es compararse para salir perdiendo, como hace mucha gente. Hay que andar, hablar, mirar, vestirse, arreglarse y comportarse como si fuéramos importantes y valiosos. Que lo somos. Cada uno de nosotros es único y diferente a los demás. Y ser diferente no significa ser inferior. Tampoco superior. Cada cual, como es, siempre es una pieza útil en el grupo, en la empresa, en la sociedad en que vive. Hay que reconocerlo.