Amor a los demás

12 May

Rdo. José F. Mejías y Magaly Ortiz Albert

El ejemplo más grande de amor ha sido demostrado en la cruz del calvario cuando nuestro Señor Jesucristo entregó su vida por amor a ti y a mí.

(Foto/suministrada)
(Foto/suministrada)

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Juan 13:34-35)

Para ser discípulo de Jesucristo hay que cumplir con este mandato, entonces ¿cómo puedo amar a mi prójimo?

Romanos 5:5 nos dice que, “Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”. Así que es el Espíritu Santo quien trae a nuestra vida una experiencia del amor de Dios, sobre todo cuando comprendemos lo que Cristo hizo en la cruz por nosotros.

Este amor que experimentamos en Jesucristo trae consigo la responsabilidad de amar a los demás.

Jesucristo nos enseñó que el primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas, y el segundo es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Son dos mandatos que no podemos separar; por el contrario, se complementan el uno al otro.

Si hemos conocido el amor de Dios, tenemos que aprender a amar a nuestro prójimo.  Eso no significa necesariamente que sea fácil ni rápido, pero su Espíritu Santo nos capacita a través de su palabra, las Sagradas Escrituras.  Esta es la mejor brújula para dirigirnos pues en ella encontramos las instrucciones claras y precisas.

Romanos 12:9-21

9 El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien.

10 Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente.

11 Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.

12 Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.

13 Ayuden a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad.

14 Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan.

15 Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.

16 Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben.

17 No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos.

18 Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.

19 No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor.

20 Antes bien,

«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;    si tiene sed, dale de beber.Actuando así, harás que se avergüence de su conducta.»

21 No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.

El amor no solo es sentimiento, es demostración con hechos, o sea, que también es acción.  Recordemos la parábola del buen samaritano relatada en Lucas 10:25-37  Aquel hombre fue movido a misericordia para salvar la vida de su prójimo.  No permitamos que la maldad enfríe el amor por nuestro semejante.

Vamos a formar un corazón con nuestras manos, ahora vamos a separarlo en dos partes:

1.     Lado derecho es para amar a Dios

2.     Lado izquierdo es para amar a mi prójimo

Un corazón separado en sus partes no puede funcionar, así que vamos a unirlo;  acércate a tu prójimo y forma el corazón para que pueda funcionar.

Si te diste cuenta, cuando uniste tu parte con tu prójimo comenzó a latir.

El mensaje es claro, como lo dice en 1 Juan 4:7-8  Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios.  Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios.