Carolina continuará siendo mejor cada día

05/07/2014

Por: Keishla Rolón

“Las mujeres tenemos que hacer un esfuerzo mayor para que nuestra niñez conozca los valores del respeto, consideración, gratitud, compasión y sobre todo el amor”.

Ing. Mabel López de Aponte, Primera Dama de Carolina

Café en mano, me senté a conversar con la Primera Dama de Carolina, con la naturalidad y la sensibilidad que siempre ha caracterizado la manera con la que atiende a sus ciudadanos.

(Foto/Suministrada)
(Foto/Suministrada)

Esta vez, nuestra conversación no sería para darle forma a alguno de sus ambiciosos proyectos o para compartir los detalles de alguna exitosa actividad. Esta vez, nos sentamos a hablar desde la perspectiva de una mujer que trabaja, mantiene a una familia unida y por supuesto, lucha por llevar a feliz término el ambicioso plan de gobierno que se ha trazado su esposo, el Alcalde de Carolina. Lo demás, llegó por añadidura.

Recordando el momento que definiría el futuro de la Ciudad y que cambiaría para siempre la manera en que ella, su “Gabo” y “Jose” (como les dice a su hijo y a su esposo) habían vivido hasta el momento; se sonrió con un tanto de nostalgia acompañada de ilusión. Hablamos del momento que supo que su esposo había sido reclamado para dirigir Carolina.

“La primera sensación fue de temor. Y no necesariamente temor a lo desconocido, porque siempre estuvimos involucrados de una manera u otra con la obra de Don José Aponte De La Torre. Era temor porque sabía que desde ese momento tendríamos que sacrificar muchas cosas como familia: la privacidad… el tiempo libre”, respondió.

Acto seguido aclara: “Pero mi mayor apoyo fue la fortaleza que Dios me dio. Somos una familia de fe y sentimos que este reto era una bendición, pues tendríamos la oportunidad de servir a los demás”.

Conversábamos sobre la velocidad con la que pasa el tiempo y cómo tenemos que manejar muchas cosas a la vez. En su caso, es ingeniero y actualmente trabaja a tiempo completo ejerciendo su profesión; tiene que atender sus responsabilidades en el hogar; dedicarle tiempoa Gabo; cuidar de su mascota Carolina y mantener las responsabilidades como esposa y como compañera de vida del Primer Ejecutivo Municipal de Carolina.

“Las mujeres podemos hacer muchas cosas simultáneamente; eso es un don que Dios nos concedió. Para nosotros ha sido fácil poder manejar el tiempo entre las cosas personales y el trabajo del Alcalde. Así que el bienestar de Carolina y su gente se han convertido en un proyecto familiar. Cuando salimos de paseo, por ejemplo, vamos conversando y contemplando las mejoras que podríamos realizar a una instalación, o cómo podemos mejorar algún servicio”, me responde mientras ve una pequeña libreta de flores donde apunta sus ideas y asuntos pendientes para maximizar el tiempo y mantener sus ejecutorias al día.

Mabel López ha sido una pieza clave en el éxito de las obras y servicios de su esposo José Carlos Aponte Dalmau, pero admite que el hecho de que ambos son ingenieros ha sido un enorme beneficio a la hora de concebir una obra o un servicio. Sin embargo, son los valores que comparten como pareja lo que ha hecho que iniciativas como el Programa de Asuntos de la Mujer sea hoy día un modelo ejemplar para el País y que haya trascendido las expectativas iniciales del proyecto.

“Lo vemos como un proyecto joven, que ha ido madurando y que desde ya, ha cumplido con su propósito. Desde el año 2009, ninguna mujer en Carolina ha muerto como consecuencia de un acto de violencia doméstica. Eso nos llena de orgullo pero reconocemos que es una gran responsabilidad”, aduce.

Este programa ha ido evolucionando y cada día más mujeres se arman de valor para denunciar el problema de violencia en el hogar. Recientemente la Oficina de Servicios de Antelación al Juicio (OSAJ) se unió al Alcalde de Carolina en este esfuerzo, realizando una alianza para alertar de inmediato al centro de mando de la Policía Municipal si un agresor con grillete electrónico está violando el perímetro establecido por la orden de alejamiento.

“Ver casos de mujeres que demuestran que un cambio es posible es la mejor recompensa. Sin embargo, cuando una madre se me acerca para agradecerme lo que se ha logrado con su hija, que hasta hace poco había sido victimizada por su pareja y maltratada en su hogar y que ahora es parte de un equipo profesional que trabaja para lograr su independencia económica y emocional, sobrellevando la crisis y formando un nuevo hogar como administradora de su familia, eso me conmueve mucho. Como madre entiendo la preocupación de ver a un hijo sufrir y gracias al Programa de Asuntos de la Mujer, esa hija ya no es víctima de un agresor”, sonrió.

Nuestra conversación nos llevó a hablar del programa Mano Amiga y cómo su esposo se sentó a diseñar una casita que pudieran armar “como si fuera un lego” y cómo hacen llegar el plano con los materiales a Haití para que tengan un hogar.

Hablamos del Fondo Especial Gigante Mío, una iniciativa que separa un cinco por ciento de la ganancia de la venta de taquillas del Museo del Niño de Carolina para ayudar a los niños de familias de escasos recursos económicos y necesidades especiales.

“Esta es la parte social que te decía queríamos que tuvieran nuestros proyectos. Gigante Mío beneficia a los niños en desventaja de nuestra Ciudad, ofreciendo los equipos médicos, servicios de educación, nutrición y salud que necesitan para desarrollarse mejor”.

En sus temas importantes incluyó cómo duplicó la cantidad de cuidadoras en el hogar para asistir a las personas que no pueden salir de sus casas a recibir servicios. Sin embargo, con el brillo en los ojos que caracteriza la llegada de un nuevo bebé a la familia, nos detuvimos a hablar de “El Tallercito”.

“Son niños de una comunidad, que semanalmente se reúnen en el Museo del Niño, para tomar talleres de expresión artística. Ya participaron los niños de La Cerámica, y ahora están participando un grupo de niños residentes en Las Villas. Hace poco me senté a pintar con ellos y uno de los participantes -super inquieto- pintó muy rápido y le costaba trabajo esperar. Entonces, hablé con él un rato de cómo necesitaba tratar de hacer las cosas con más calma para que le quedaran mejor. Ahí me dijo: “Yo voy a aprender”, y me di cuenta que El Tallercito, no sólo los ayudaba a aprender de las artes, también es una manera en la que ellos pueden canalizar sus energías resultando en actitudes más positivas”, narraba con entusiasmo.

“Ver cómo nuestra gente se supera. Ver cómo día a día se esfuerzan para mejorar su situación y ver cómo nos permiten ayudarles es la mejor paga que podamos recibir de todo este esfuerzo. Como mujer, madre, profesional y como Primera Dama me siento satisfecha, porque viendo al futuro sé que Carolina continuará siendo mejor cada día”.

“¡Ese es mi título!”, le respondí de inmediato. Cerré mi libreta y nos tomamos el último sorbo de café que nos quedaba con la promesa de que la conversación continuaría en un futuro cercano.