Por: Pastores Walter y Alba Pérez

Has gastado demasiado otra vez, y ahora estás discutiendo con tu cónyuge acerca de cómo pagar las cuentas. Pues, estás dentro de lo típico: más peleas giran en torno al dinero que del sexo o de los suegros. El dinero es una fuente de fricción, pero no tiene que ser así.

Uno de los primeros principios que enseña La Palabra es que Dios es el dueño de todo. La mayoría de las veces confiamos en nuestra capacidad, creemos que el más estudioso es quien más va a ganar y nos equivocamos.

Isaías 3:10-11 “Díganle al justo que le irá bien, pues gozará del fruto de sus acciones. ¡Ay del malvado, pues le irá mal ¡Según la obra de sus manos se le pagará!”

Dinero es intercambio, es el medio que el hombre utiliza para poder lograr y satisfacer sus necesidades.

Dios creó y permitió que el dinero existiera para beneficio de nuestras vidas, no como una cadena de esclavitud

Lucas 16:13 “Ningún siervo puede servir a dos señores, porque aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”

Somos administradores no esclavos; el dinero no es un yugo es un beneficio. No siempre el que más gana es el que más aporta. Nosotros no somos más que mayordomos.

La mayoría de los cristianos desconocen que la Escritura está llena de consejos sobre el dinero. La Biblia habla de cómo ganarlo, gastarlo, ahorrarlo, invertirlo y pagar las deudas.

Como esposos somos administradores, y nuestro comportamiento debe de estar de acuerdo con ello. Esa es nuestra identidad. Es la POSICIÓN que Dios colocó al hombre al frente de su creación.

Dios da estrategias del manejo del dinero pero, ¿cómo está nuestro corazón para manejarlo?