Por: Keishla Rolón / Para Presencia

Son una fuente de alegría y diversión para toda la familia, y con su compañía nos enseñan a disfrutar de las cosas sencillas de la vida. Todos los que tenemos como amigo a una mascota sabemos lo agradable que es contar con su compañía, y lo placentero que resulta recibir las demostraciones de cariño de parte de nuestros pequeños amigos de cuatro patas.
Pero si bien es cierto que tener una mascota como parte de tu familia es una gran responsabilidad, también es cierto que un perrito o un gatito llenará tu hogar de alegría y beneficiará tu calidad de vida.

Está comprobado que tener una mascota nos mejora el estado de ánimo y disminuye las tensiones, lo que lógicamente repercute de manera positiva en nuestra salud. De hecho, cuando acariciamos una mascota, nuestra presión arterial disminuye y se produce un sentimiento relajante que puede ayudarnos a evitar problemas cardiacos, alargar nuestra expectativa de vida, superar estados de depresión y nos hace más llevadera la rutina diaria. ¡Son el anti-estrés perfecto!

Pero más allá de los beneficios físicos y sicológicos, el adoptar una mascota de un refugio, significa encontrar un amigo fiel y eternamente agradecido. Es por esto, que el Centro de Control de Animales de Carolina, ha dedicado gran parte de su esfuerzo en establecer un programa de adopción, donde las mascotas rescatadas reciben cuidados médicos, son esterilizadas o castradas,  y son preparadas para integrarse a una familia.

“Una mascota disminuye el sentimiento de soledad, son una constante motivación para su dueño, estimulan el contacto social y son de gran beneficio para la crianza saludable de nuestros hijos. La convivencia con las mascotas contribuye a que los niños aprendan valores positivos como el respeto hacia los animales y la vida, la amistad y el amor, crea sentido de responsabilidad y promueve la comunicación entre padres e hijos”, explicó la Dra. Sandra Monique Suárez, veterinaria del Centro de Control de Animales de Carolina (CCA).

Ciertamente te cambian la vida…