Mi Mundillo Interactivo: 99 cosas que NO son Amor (Parte I)

04 Feb

Por: Gina Delucca
Escritora Invitada

Amor ¿quién lo define? Bien definido, por favor. ¡Porque miren que se han escrito cosas, canciones y poemas! En realidad lo describen, no lo definen. Es que el Amor es el sentimiento más complicado, el más antiguo, el más enigmático. Por eso, haremos el intento, pero al revés.

Vamos a definir primero lo que NO es Amor para así poder depurar algo.

Hay muchos sentimientos que son complementarios al amor, pero que por sí solos no dan la talla de Amor, con A mayúscula. De modo que si usted admira a una persona, es sólo admiración. Si tiene afinidad con una persona, es sólo afinidad. Si existe una amistad o un amor fraternal, pues santo y bueno, pero nacarile, no es Amor.

Así de ridículo como lo ven, algunas personas se han “enamorado” de alguien: porque se parece a Audrey Hepburn; porque camina como un pollito; porque toca piano; porque baila ballet; por las piernas; porque se parecía a Chayanne… a Elvis Presley… y sigue la lista.

También hay corrientazos especiales, que en nuestro dialecto boricua se llaman: tener un coco con alguien, tener un “crush”, tener un enchule, sentir el mariposeo o el cosquilleo, y los más finos dicen infatuación. Pero son sólo burbujas, no son “the real thing”.

Puede que te agrade estar en compañía de una persona… o que ambos tengan compañerismo. Incluso, pueden darse coincidencias o casualidades que encontremos románticas. Puede darse el escenario perfecto, pero los actores… bueno serían sólo actores.

Aunque es cierto que el romance es importante, como lo es la admiración, la afinidad, la amistad, el compañerismo y la empatía, todos complementan y añaden a una relación. Pero solos no sobreviven como Amor.

Entonces tenemos los sentimientos confundidos, esos “feelings” que se disfrazan de Amor y nos engañan. Por excelencia tenemos el famoso enamoramiento del amor, que no es otra cosa que enamoramiento del romance, del flirteo, del proceso de conquista. Pero ¡puf!, desaparece más rápido que ligero.

También está la idealización de la persona. Por encima, el “frosting” de la persona se parece a un ideal que tenemos. Nos enamoramos de ese ideal, engañándonos. Cuando pasa en tiempo y la persona resulta que no cumple con esas expectativas imaginarias, cataplún, caemos de la mata y se acabó el romance.

A veces se trata de una crisis de identidad. Los otros días vi una parejita de adolescentes aspirantes a vampiros. El uno para el otro, ¡qué monos! Cuando a uno de ellos se le pase la crisis de identidad, el otro se quedará puyú, se los aseguro. Pero este mismo fenómeno puede pasar en honor al preciosismo. Yo soy lindo, tú eres linda, hacemos una parejita linda, y la vida es linda. ¡Ja ja ja!

¿Amor?

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