Opinión: Lecciones de María

28 Dec
(Foto/Suministrada)

Judith Román Mercado
Profesora de Ciencias Políticas

El paso devastador del huracán María sobre Puerto Rico, el 20 de septiembre de 2017, dejó muchas lecciones para las personas que residen aquí. Al siguiente día despertamos a una nueva realidad, que choca con todo lo que se nos había transmitido sobre nuestro país. Durante décadas se nos hizo creer que éramos un país desarrollado, donde la pobreza prácticamente se había erradicado y se recalcaba que pobre eran los haitianos. No obstante, es preciso subrayar que la pobreza es relativa al lugar donde se vive. Gracias a María nos percatamos que la pobreza no se puede seguir ocultando detrás de las arboledas a lo largo de las carreteras y autopistas principales de la Isla. La desforestación causada por el fenómeno atmosférico  nos permitió ver más allá de lo que las apariencias pretendían ocultar, dejando al descubierto las condiciones de pobreza y dando al traste con el discurso político dominante de nuestros gobernantes.

Por un lado, María contribuyó a la comprensión de una frase emitida por el escritor puertorriqueño José Luis González, en 1977, en la cual afirmaba que “en Puerto Rico lo que existe es modernización en el subdesarrollo”. Cuan cierta es esta afirmación al comprobar que vivimos en un país con una infraestructura de los años cincuenta, una planificación de la década de 1970 y una tecnología del siglo XXI.  El colapso del sistema de energía eléctrica junto a la caída de los servicios de comunicación, son hechos que corroboran la opinión de dicho escritor.   

De otra parte, la creencia de que somos un país desarrollado que ha sido transmitida, a través de los diversos agentes socializadores ( familia, educación, religión, gobierno, etc.), se desvaneció después del azote de María. La idea de que somos superior al resto de los países caribeños y latinoamericanos quedó descartada al llevar a cabo un compartamiento similar a lo que tanto criticamos de dichos países.  Durante los primeros día, al igual que los cubanos, tuvimos que hacer largas filas para obtener gasolina, hielo, entrar al supermercado o sacar dinero de los servicios automáticos de los bancos; todavía experimentamos, al igual que los dominicanos, la falta de energía eléctrica o la interrupción constante de dicho servicio; la escasez y el encarecimiento de los alimentos, al igual que los venezolanos, la vivimos en carne propia; y, la presencia militar junto al toque de queda implantado por el gobierno, nos recuerda a los países latinoamericanos en los cuales se ha utilizado al ejército para garantizar el orden social y politico.

Sin lugar a duda, las lecciones de María son muchas y dependeran de las circunstancias y situaciones experimentadas por cada persona. Sin embargo, debemos de romper con aquellas creencias que nos mostraban un Puerto Rico distinto y diferente al resto del Caribe y de América Latina. Es preciso dejar de guiarnos por las apariencias y comenzar a analizar los aspectos complejos de nuestra realidad, reconociendo nuestras limitaciones y resaltando nuestras virtudes.