Opinión: ¿Paciencia? No lo creo

21 Jan

 

(Foto/Archivo)

 

Anónimo

 

Nota del editor: Esta columna no necesariamente representa el sentir de For Media Group, Periódico Presencia, empleados y clientes.

 

La madrugada del 20 de septiembre de 2017 nunca será olvidada. Todos sufrimos el embate del huracán María de alguna manera; eso no se pone en duda. Tampoco se pone en duda la peligrosidad de los vientos ni el poderío de ese huracán categoría 4. Sabíamos -que al salir la luz del sol- Puerto Rico no iba a ser el mismo. Aun así, cuando salimos a ver cómo María había dejado nuestra isla, lo primero que hicimos fue llorar.

Algunos lloraron porque se habían quedado sin su hogar, o con ventanas rotas, sus carros inundados, sin su lugar de trabajo, etcétera. Pero, sobre todo, porque muy adentro de nuestro corazón sabíamos que por culpa de María íbamos a estar mucho tiempo sin el servicio de energía eléctrica. Y, desde ese entonces, hemos tenido que tener ‘paciencia’.

Cada familia puertorriqueña se preparó para el impacto de ese fenómeno atmosférico, a su manera, claro está. Algunos mejores que otros (sin hablar de los que continuaban insistiendo que “eso no venía na’”); pero esa es otra historia. Lo que sí es cierto es que nos preparamos para estar sin luz. Muchas personas tuvieron que salirse de sus presupuestos para comprar artículos de primera necesidad, así como linternas y estufas de gas. Muchos otros realizaron filas (por horas) para poder adquirir un generador eléctrico, pues el huracán Irma ya nos había dado un mensaje de advertencia: “la luz tardará en llegar”.

Lo que pasa es que no sabíamos qué tanto iba a tardar. Sin embargo, teníamos la esperanza de que el gobierno de Puerto Rico también se hubiese preparado. Teníamos la esperanza de que la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) hubiese hecho su plan de recuperación a tiempo. Teníamos la esperanza de que se hubiese hecho la gestión con brigadas estadounidenses -a tiempo- para que ayudaran en el restablecimiento energético del país. En una entrevista con un medio nacional, el entonces director ejecutivo de la (AEE), Ricardo Ramos Rodríguez, aseguró que la corporación “estaba preparada” ante la temporada de huracanes, aunque “el sistema está terrible”.

No obstante, pasó una semana, luego de María, y ya necesitábamos una respuesta. Ya necesitábamos saber cuándo íbamos a tener luz en nuestros hogares y en nuestros lugares de trabajo. ¿La respuesta del gobierno? Un centro de convenciones, en San Juan, convertido en una gigantesca agencia gubernamental y con luz gracias a generadores eléctricos. Se realizaban conferencias de prensa todos los días para informar y actualizar lo que estaba sucediendo en el país. Aunque la realidad era la misma en todos los municipios. Sin luz, filas largas en las gasolineras (las que quedaron funcionales), filas kilométricas en los supermercados (con los productos limitados por persona), miles sin el servicio de agua potable, cientos de refugiados, familias sin suministros, escombros en cada esquina, postes y cables del tendido eléctrico en el suelo y no había señal de telefonía celular para hacer llamadas, ni Internet.

Entonces comenzó el caos. Se le solicitaba ‘paciencia’ a la ciudadanía y que no salieran de sus hogares (si no era necesario) para que no se interrumpieran las labores de limpieza. Había que tener ‘paciencia’ para poder conseguir gasolina. Y ni hablar de la búsqueda del hielo (era imposible conseguirlo). La falta de luz y de semáforos en cada intersección no ayudaba mucho; pero había que tener ‘paciencia’, porque en algún momento (meses después) alguien iba a resolverlo. Pasaban los días y poco a poco la crisis empeoraba, pero el gobierno de Puerto Rico nos decía que había que tener ‘paciencia’.

Llega Whitefish, una compañía contratada por AEE para restablecer el servicio de energía en la isla. Confiábamos que por fin íbamos a ver luz al final del túnel, sin embargo, fue todo lo contrario. Ya todos sabemos qué paso con Whitefish (incluyendo la renuncia o despido de Ricardo Ramos), y aun así nos piden tener ‘paciencia’, “porque todo es culpa del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos”.

Resulta que es difícil ser pacientes cuando todavía -a cuatro meses de María- miles de ciudadanos continúan sin luz. Y otros miles sin agua. Mientras en el área metropolitana muchos pueden decir que “todo volvió a la normalidad”, en el resto de la isla todavía hay gente que tiene que prender su generador eléctrico (los que tienen), porque no tiene luz. Lo peor es que, todavía, a más de 100 días de ese 20 de septiembre, ningún funcionario nos dice con exactitud cuándo llega la luz. Y los trabajadores, a escondidas, lo que nos dicen es que no hay materiales para trabajar. Lo que nos dicen es que las brigadas privadas vienen solo a cobrar miles de dólares, porque no tienen materiales para realizar su labor.  

La luz sí llegó a muchos lugares, eso es cierto. Hay brigadas todos los días de AEE en diferentes municipios, eso también es cierto.

Empero, todo tiene su límite y, en este país, donde se ha demostrado que reina la ineficiencia, lo que necesita el pueblo es menos palabras y más acción. No queremos palabras bonitas, queremos que nos hablen claro. Queremos que el gobierno de Puerto Rico y las agencias pertinentes aprendan y entiendan que el pueblo no es tonto; todo se sabe.

Tú, que no tienes luz, no tienes agua, no tienes señal de teléfono, no tienes un techo seguro y no tienes trabajo; ten ‘paciencia’… faltan tres años para las elecciones.