Reflexión: Celebremos el nuevo pacto en Navidad

12 Dec

Dr. Carlos & Vidalina Echevarría
Psicólogos, pastores y consejeros cristianos

Cuando Dios conducía al pueblo del Israel por el desierto a la tierra prometida en Canaán, sabia que las personas en esa tierra eran idolatras y se encontraban relacionados con la creencia y adoración de demonios. Por medio de Moisés dio instrucciones muy cuidadosas y precisas a su pueblo para que no cayeran en la trampa de adorara a los demonios, ni tampoco cayeran en algún daño como consecuencia de alguna maldición al entrar a ese territorio. No obedecieron las instrucciones de Dios y sobre la nación de Israel cayeron maldiciones, hambre y destrucción cuando se apartaron de lo dicho por Dios. Lo mismo esta ocurriendo en la vida de los cristianos de hoy. Ya no estamos por la ley dada Moisés. Jesucristo cumplió la ley y nos hizo libres bajo el. Nuevo pacto en su sangre (Gálatas 4:5; Mateo 5:17).

No obstante, los principios espirituales prescritos para el pueblo de Israel siguen siendo válidos para nuestra vida hoy. La adoración a los demonios y el ocultismo están rampantes en nuestra isla, así como ocurría con los israelitas en la tierra de Canaán. Satanás no ha cambiado, lo que él y sus que lo reconozcamos. Por lo tanto, haremos bien en poner atención a la siguiente orden que Dios dio a los hijos de Israel de enseñar a distinguir entre lo puro y lo impuro (Ezequiel 44:23).

Celebramos en la navidad que, por medio del Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, viene el Reino de Dios a la tierra (Marcos 1:14-15; Mateo 5:3-10). Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión perdonando los pecados de quién se acerca a Él con humilde fe. Hoy te invitamos a que celebres la Presencia de Dios hecho hombre en la tierra, que siendo Dios se humillo al máximo y tomó forma de siervo, nació de una virgen, sufrió rechazo, lloró ante la muerte de su amigo Lázaro, y dio su vida pagando así la deuda del viejo pacto con su sangre. Nació para darte vida eterna y vida en abundancia. Abre tu corazón y déjale entrar a morar en el. Feliz Navidad y que Dios te bendiga rica y abundantemente.