Reflexión: Cristo, restaurador de la armonía interior

04 Apr

(Foto/Archivo)

Drs. Carlos & Vidalina Echevarría
Psicólogos, pastores y consejeros

Estamos celebrando la semana mayor y el fin de la cuaresma que es el Domingo de Resurección. Pensar en esta época trae a la mente el gran regalo que Dios nos dió a través de su hijo Jesucristo, la vida eterna. Dios al crear al hombre tenía una perfecta comunión con él , todas las necesidades del hombre estaban cubiertas. Pero, como Padre Creador, le dió unas instrucciones a seguir, cosa que no cumplió. Fueron  creados por Dios con una naturaleza buena, pero fueron engañados por la serpiente (diablo) y el pecado de desobediencia y soberbia les hizo pecar contra la orden de Dios. Por eso se esconden rompiendo su perfecta relación con su Creador. Entonces, comienzan a culparse el uno al otro y la mujer echa la culpa a la serpiente. Dios les castiga al hombre con el trabajo, a la mujer con los dolores de parto y se rompe la armonía imterior de la primera pareja y de todos nosotros hasta el día de hoy.  

El castigo que Dios impone a la serpiente es a través de la mujer. De ella nacería el Salvador, que daría la victoria al hombre sobre la muerte (Génesis 3:14). Desde entonces todos nosotros, nacemos pecadores, somos concebidos en pecado, tu autovalía, tus sentimientos de rechazo, de culpa, de dolor y esa soledad que te abate son consecuencia de la desobediencia de esa primera familia. Pero tú puedes confiar en que Dios tiene a través de Cristo,  su Hijo que murió y resucitó vida eterna para ti, si crees en él. Así como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre que representaba toda la raza humana, también la justicia de Dios nos llega por medio de un hombre, por el nuevo Adán, Jesucristo, el primogénito de toda creatura y la cabeza del cuerpo que es la iglesia.

La vida cristiana no solo nos habla de la salvación, también nos enseña que tenmos que creer en nosotros mismos.  Somos parte de una nueva creación en Cristo Jesús.  Romanos 5:1 dice que somos justificados por la fe, que tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Cristo vino a restaurar nuestra relación con él y con nosotros mismos. A darnos paz interior, para valorarnos y que creamos que somos importantes en él, por eso murió por nosotros, porque somos valiosos para Dios. No podemos permitir que alguién nos haga creer que no valemos, somos la corona de la creación de Dios, lo más bello de toda su creación. Por eso murió para restaurar su imagen aquí en la tierra. 

Cristo resucitó al tercer día como lo había dicho. Él es el dueño de todo y domina sobre todo el universo. Resucitó al tercer día, la resurrección de Cristo nos enseña que él es soberano sobre toda creación y es la esperanza de los cristianos. Porque Él vive, nosotros también viviremos.  ¿Dónde está oh sepulcro tu victoria? ¿donde está, muerte tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado la ley. Cristo venció la muerte. Por lo tanto, hermanos, mantengámonos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor. Conociendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano.  Él  vive y viene otra vez. 

¡Aleluya! Cristo vive. Vive en mí, déjalo que viva en ti si no lo has hecho. Qué Dios te bendiga rica y abundantemente. ¡Feliz Pascua de Resurrección!