Reflexión: No hay peor soledad que sentirse solo estando acompañado

10 Sep

Drs. Carlos & Vidalina Echevarría
Psicólogos, pastores y consejeros cristianos

Son muchas las personas que viven solas, pero no se sienten solas porque disfrutan de sí mismos, de lo que son, del tiempo de sus gustos. Son personas que conocen quienes son en Dios. Tienen una relación de padre e hijo y saben a dónde ir a buscar las respuestas que necesitan a sus preguntas sin temor a ser rechazados.

Existen distintos tipos de soledad, pero la más dolorosa es aquella que te hace sentir en abandono. Es la que te roba la paz porque te causa una profunda tristeza, que hiere lo más profundo del corazón y te causa dolor paralizante que te impide funcionar como persona. Esto lo vemos especialmente en parejas que viven juntas que dicen sentirse solas, porque sufren sus diferencias de gustos, de temperamentos y carácter y especialmente sus cambios de humor al estar con otros. Lo que señala que la soledad es más dura en compañía de otros sea tu pareja, tu familiares o amigos porque no hay comunicación efectiva en la relación.

Somos creados con pensamientos y sentimientos. Ser buenos mayordomos de nuestros sentimientos y pensamientos es importante porque afecta todas nuestras relaciones en la vida y a veces son causantes de problemas. La falta de compresión entre los cónyuges, fricción entre padres e hijos, conflictos familiares y resentimientos son varios de los temas que han surgido durante este tiempo de aislamiento. Pero, el tema de la soledad en las parejas viviendo juntos es tema que ha llamado mucho nuestra atención. Las personas interpersonales comienzan cuando culpamos a otros por lo que nos molesta muchas veces de nosotros mismos. Si pudiéramos manejar lo que está dentro de nosotros tendríamos menos problemas con nuestra familia. Por lo tanto, es momento de hacerte una mirada introspectiva y verte a ti mismo. Es importante saber qué piensas de ti ¿te amas? Si no te amas, no puedes amar al otro. Como tú te valoras será la forma que valorarás al otro (Mateo 22:39). Muchas veces eres tú peor enemigo. No te encierres en ti, ni vivas solo. No es lo mismo estar solo que sentirse solo.

Rompe con ese ciclo de silencio en tu familia. La soledad es un clima del corazón, es un frío interno.  Jesús dijo: No os dejaré solos (Juan 14:18), él no te quiere solo como un huérfano (a) y mucho menos si estás en una relación matrimonial. Busca apoyo porque tal vez eres una persona tímida, has sido rechazada y tú mismo (a) te aísla, pero eso no tiene que seguir siendo así. Si no sabes cómo cambiar, ora a Dios pidiéndole dirección y busca ayuda de un consejero profesional. Tu cónyuge necesita que le hables con palabras porque siempre comunicamos y el silencio constante es un mal comunicador. Esa persona que dices amar se siente sola y desea escucharte, conocerte, disfrutar y reír contigo. Sustituye con amor ese dolor interno que te mantiene alejado y encerrado en ti. Si has sido herido y tienes que perdonar a alguien hazlo, porque perdonar es una decisión.

Habla, ríe, disfruta la vida. La risa es un buen relajante muscular que te hace sentir confianza y te pone mejor disposición. Es hora de hablar, de negociar, de decirle adiós a la soledad dentro del hogar. Busca la presencia de Dios y él te va a bendecir rica y abundantemente.