Cristianos valientes

16 Nov

Por Livio Ramírez del Ministerio Dios Habla Hoy
www.dioshablahoy.org

Las situaciones extremas de debilidad del hombre se convierten muchas veces en oportunidades de Dios para ayudarlos. Así  lo hizo Dios con la mujer que padecía de flujo de sangre, quien había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía; al ver su convicción de que si tocaba el borde del manto de Jesús la sanaría, logró su sanidad. (Mr. 5:25-34) El padre de un joven sordo mudo le pidió a Jesús que lo ayudara en su incredulidad para liberar a su hijo del espíritu inmundo, logrando que el Señor liberara a su hijo. Dios rompió las cadenas que ataban a Pedro cuando estaba encarcelado, en respuesta a la oración de sus condiscípulos. El Señor también contestó la oración de Pablo cuando un huracán arremetió cuando la nave en que viajaban un centurión con Pablo y otros presos. Aunque Pablo temió que todos perderían la vida, el Señor le concedió salvar la vida de todos, y que sólo perderían la nave. El Señor se especializa en cambiar las situaciones adversas de sus creyentes en situaciones de gozo y paz.

(Foto/suministrada)
(Foto/suministrada)

Si tú te encuentras en una situación extrema en la que has perdido toda esperanza de ver un cambio a tu favor, te exhortamos a invocar el nombre de Cristo, y el poder de Dios se ha de manifestar en ti. Cuando has agotado todos tus recursos, y tus esfuerzos no rinden fruto, haz como hizo el salmista David. En medio de su dolor y angustia, él invocó el nombre del Señor, pidiéndole que librara su alma. Dios intervino sobrenaturalmente, y respondió a su clamor. Si tú acudes con fe y humildad ante el Señor, reconociendo tu debilidad y Su poder, podrás decir también como dijo David: Clemente es Jehová, y justo; sí, misericordioso es nuestro Dios. El Señor guarda a los sencillos; estaba yo postrado, y me salvó. ¡Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque Jehová te ha hecho bien!, pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas y mis pies de resbalar. (Sal. 116:5) Pero naturalmente, hay circunstancias que provocan  desaliento en los creyentes. Una de ellas es la dureza del camino. Muchas veces nos desanimamos cuando vemos las dificultades que tenemos que vencer para lograr nuestras metas. Pero Dios desea que perseveremos en nuestra confianza de que Él cumplirá lo prometido. La Palabra de Dios nos exhorta a encomendar nuestros asuntos al Señor, en la confianza de que Él contestará nuestras peticiones. El Salmista dice: Deléitate asimismo en Jehová y Él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino, confía en Él y Él hará.  (Sal 37:4-5)

Permite que todas las circunstancias que provocan desaliento en tu vida se conviertan en experiencias de gozo y paz, haciendo eco a las palabras del profeta Isaías: En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: “No hay remedio”, sino que hallaste nuevo vigor en tu mano, y por tanto no te desalentaste. (Is. 57:10) Terminamos con el poema “En la Brecha” de José de Diego: Ah, desgraciado, si el dolor te abate, y el cansancio tus miembros entumece, haz como el árbol seco: reverdece, y como el germen enterrado: late. Resurge, alienta, grita, anda, combate; vibra, ondula, retruena, resplandece. Haz como el río que con la lluvia: ¡crece!, y como el mar contra la roca: ¡bate! De la tormenta al iracundo empuje no has de balar como el cordero triste, sino rugir como la fiera ruge. ¡Levántate, revuélvete, resiste! Haz como el toro acorralado: ¡muge! O como el toro que no muge: ¡embiste!