El servicio del capellán ante la pérdida

13 Jul

Por: Víctor R. Vargas González
Capellán

Quiero compartir con ustedes queridos hermanos y amigos algo que aprendí mientras me capacitaba como capellán hace unos años, y es que mientras leía el libro titulado: “Capellanía Impactando a las naciones en tiempos difíciles” escrito por el Rev. Ben Ramírez Pacheco, aprendí que, como Jesucristo, los siervos de Dios no hemos venido al mundo para ser servidos si no para servir. Ese fue el texto bíblico que utilizo el Rev. Ramírez en su exposición en este tema que se encuentra en el Evangelio de Mateo 20:28.

duelo-071916Y es que según lo aprendido nuestra vida se ve afectada por distintos tipos de pérdidas. Algunos son cambios de la vida; como por ejemplo dejar el hogar, la muerte de un ser amado, la jubilación, la libertad, la pérdida de empleo y la enfermedad.

No importa la clase de pérdida que usted enfrente, tenemos que ser instrumentos de Dios para ayudar, colaborar y enfrentar estas pérdidas de una manera creadora y con esperanza.

Cabe preguntar qué es una pérdida. Una pérdida es un daño que se produce en una persona o una cosa, es algo no deseado que llega, es desorientación, extravío y turbación. Debemos preguntarnos además qué nos producen las pérdidas; las pérdidas producen sufrimiento, tristeza, quebranto, apatía, pruebas, luchas emocionales, fatiga, depresión y dolor.

La palabra de Dios es una fuente inagotable de bendiciones, promesas y afirmaciones de fe que nos fortalecen, alientan y animan a seguir hacia adelante en el nombre de Jesucristo. Pero no hay pérdida que nos pueda apartar del amor de Dios.

Como capellanes debemos ser siervos del Señor, llamados al servicio por el ministerio de la consolación y esperanza.

La Biblia dice en 2Corintios 1:5 “Porque de la misma manera que abundan las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación”. La Biblia dice también en 2Tesalonisences 2:16 “Que el mismos Jesucristo, Señor nuestro; y Dios, nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia.

El ser humano ante las pérdidas experimenta mucho dolor. Cabe mencionar que son compañía constante a lo largo de la vida, sin embargo, con cada una de las pérdidas viene un cambio, crecimiento, nuevos discernimientos, comprensión y refinamiento. Todas ellas son palabras de esperanza. Pero con frecuencia, están en el futuro y omitimos ver más allá cuando estamos en medio de nuestro dolor.

No hay tempestad que el Señor no pueda calmar, no hay pérdida en la que Dios no pueda brindar consuelo. La palabra dice: “Y los hombres se maravillaron diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar lo obedecen? Mateo 8:27.

El Señor nos invita a ir al otro lado del mar, al otro lado de la tempestad. Hay que cruzar al otro lado de la perdida para ver los nuevos horizontes que el Señor tiene preparados. Para que el Señor pastoree, para que: “En lugares de delicados pastos nos haga descansar, para que nos guie por sendas de justicia por amor a su nombre” Salmo 23:2-3.

Ahora como capellanes: ¿Qué tenemos que ofrecerle al alcohólico en su adicción, al drogadicto que fue arrojado y despojado de su identidad, al enfermo terminal sin posibilidad de cura, al preso que ha perdido su libertad y esperanza o simplemente a una persona que ha perdido un ser querido.

Es muy probable que estas personas sientan incapacidad física ante las situaciones o perdidas. Hay que propiciar que a través de la perdida podamos aprender a nutrir nuestras cualidades espirituales. Entonces habremos aprendido a transformar las perdidas en ganancias.

Jesús dijo… en el mundo tenéis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo. Juan 16:23.

Y sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas le ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28.

Este es el día que hizo el Señor para que tú y yo pongamos manos sobre el arado. Hoy es el día de comprometernos con el Señor, su obra y ministerio.

Hay muchas vidas “familiares, vecinos, amigos, enemigos, compañeros de trabajos, estudios, que necesitan ser acompañados o acompañadas en sus pérdidas, en la vida y en su caminar.

El Señor nos llama a ser instrumentos de bendición, ser portadores de buenas y nuevas noticias, de la noticia de que el Señor Jesucristo quiere ser el centro de nuestros hogares, familia y de nuestras vidas.

¿Qué tú tienes en tus manos? ¿Qué tienes para ofrecerle a tu prójimo? Moisés tubo una vara, Éxodos 42:2

Jacob cuando le fue necesario enviar nuevamente a sus hijos a Egipto en busca de trigo para comer le fue necesario enviar a Benjamín. Entonces le dijo a sus hijos tomad lo mejor de la tierra en vuestros sacos para llevar a aquel varón un presente Génesis 43:1-11.

¿Qué tiene tu mochila para ofrecerle al necesitado? ¿Al que tiene una perdida?

Pedro y Juan no tenían plata ni oro, pero estaban llenos del poder de Dios Hechos 3:6.

Conclusión:

¿Porque hay pérdidas? ¿Por qué tenemos que ser quebrantados? Dios desea lo mejor para nuestras vidas ¿Estamos dispuestos a que Dios haga cualquier cosa que sea necesaria para conducirnos a una entrega total y liberación de nuestro ser?

  • Debemos estar dispuestos a rendirnos completamente a Dios, de tal manera que el Espíritu Santo nos guie a tal punto que seamos expresiones vivientes y caminantes de nuestro Señor Jesucristo en el mundo de hoy:
  • Los viejos hábitos no se cambian fácilmente.
  • Los antiguos patrones de conducta tardan en morir.
  • Nuestra vieja manera de vivir se tiene que transformar.
  • El proceso es doloroso y difícil, sin embargo es necesario.
  • Finalmente seremos un vaso perfecto.

Para terminar el Señor nos hace un llamado como capellanes a:

A trabajar con la perdida de una forma creadora. Con una actitud de un nuevo amanecer. Pues todo es mejor en el tiempo del Señor, en Dios están nuestros tiempos.

Debemos ser misericordiosos y solidarios con el necesitado y ser empático con el que sufre una perdida.

La palabra dice en Isaías 61:1-2 “El Espíritu de Jehová el Señor esta sobre mí, porque me ha ungido Jehová, me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los presos apertura de cárcel. A proclamar el año de la buena voluntad de Jehová y el día de la venganza del Dios nuestro. A consolar a los enlutados.