Por: Juan F. Cruz Torres
“EL IVA y LA CRUDITA“son sin lugar a dudas, las principales protagonistas de la saga política puertorriqueña de finales del 2014 y comienzos del 2015. Con más detractores sumándose abrumadoramente cada día, se han convertido en las medidas de allegar fondos al erario más antipáticas, repudiables y que más pasiones ha despertado en la opinión pública.
Según algunos conocedores, estas desafortunadas imposiciones ponen de relieve la falta de sensibilidad e incapacidad de los políticos actuales de generar medidas que le hagan justicia y no sean onerosas para el contribuyente y trabajador promedio. Como dijo el poeta y dramaturgo español Manuel Machado: “Fatigas, pero no tantas, que a fuerza de muchos golpes hasta el hierro se quebranta”
Estas llegan en momentos en que el pueblo clama por un alivio que le permita tomar un respiro por el aumento del costo de vida. No hace más que aparecer una luz al final del túnel para mantener la esperanza y aparecen las suficientes justificaciones para continuar cerrándonos la llave de oxígeno. Lo más triste, es ver cómo algunos negocian nuestro bienestar colectivo para adelantar sus propios intereses y beneficios.
Lo más peligroso y preocupante aquí no es lo que hacen los políticos de turno (De todos los partidos) sino nuestra actitud de indiferencia, resignación y victimización. Pareciera como si hubiésemos desarrollado el síndrome del “sapo en la olla” en el que nos acostumbramos al “estatus quo” y terminamos allanándonos.
Debemos comprender que los mejores líderes y las personas de buena voluntad están conscientes de que hay momentos en que tienen que asumir posiciones y tomar decisiones para cambiar el rumbo de los acontecimientos.
El ex-presidente de Brasil, LuizInácio (Lula) da Silva dijo: “La gran tragedia de la mayoría a quienes no le gusta la política, es que tienen que aceptar que la minoría a quienes le gusta los gobierne”. Podríamos añadir, con el permiso del señor Lula da Silva, y sin alusiones político partidista, no solo aceptar que nos gobiernen, sino que nos opriman.
La pregunta es: ¿Habrá llegado el momento de aprender de la experiencia y ser capaces de trascender el partidismo político, la corrupcióny la mediocridad administrativa (Ejemplos: AEE y la AAA y otras corporaciones públicas)que mantienen secuestrado de rehén a nuestro bendito País? No perdamos de vista que; “Una crisis es por lo general, una aparente falta de opciones”. No es la falta de opciones el problema, es la falta de voluntad para tomar las decisiones que nos corresponde.
Debemos preguntarnos: ¿Aprenderemos de la experiencia o continuaremos como sociedad como los principales cómplices de nuestra propia desgracia? ¿Permitiremos una vez más que las pasiones políticas vayan por encima de nuestra conciencia y el sentimiento de impotencia junto a la indiferencia prevalezca? La cruda y triste realidad es que tenemos una responsabilidad compartida con la entramada situación en la que nos encontramos como País.
En el pasado fue “LA MEDICINA AMARGA” hoy son “EL IVA” y “LA CRUDITA” mañana sólo Dios sabe lo que se le ocurra a nuestros “honorables” e ingeniosos líderes políticos y sus asesores.
La exhortación es a que comencemos a identificar candidatos que hayan evidenciado un verdadero interés por nuestro bienestar colectivo, que tengan credibilidad y solvencia moral. Al igual que tú, conozco gente que quiere y puede servirle bien a nuestro País.
Recordemos que para ser parte de la solución debemos ser capaces de pasar de la frustración y la indignación a la acción. Emergen de mi corazón las palabras de Lola Rodríguez de Tió cuando dijo: “Que no sea el corazón únicamente ánfora de lágrimas. Que sea también templo de heroísmo y valor”. En palabras de este servidor:“No basta con indignarse, hay que movilizarse”
No se trata de una utopía. El que no lo hayamos hecho anteriormente no significa que ahora no lo podamos hacer. Se trata de canalizar saludable y positivamente nuestra indignación y frustración. Ya lo logramos con “Todo Puerto Rico con Vieques”, lo logramos con “No más tiros al aire”.Estamos a tiempo. Ahora nos corresponde hacerlo limpiando y adecentando la política eligiendo personas de carácter y legítimo compromiso y deseo de servir que sepan justipreciar y honrar nuestra confianza.
Después de todo, nuestra lealtad primaria debe ser con nuestra conciencia y con el bienestar de nuestra gente.
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