Reflexión: Compañía y propósito de Dios

05 May
(Foto/Archivo)

Clary Muñoz

¿Alguna vez ha oído a alguien decir “no es justo”? ¿Alguna vez usted mismo ha considerado algo injusto? Le aseguro que la idea de justicia en algún momento se ha abierto paso hasta sus pensamientos, hasta sus labios, en forma de un deseo de que las cosas sean diferentes, de que ya no haya llanto, tristeza, muerte, orfandad, enfermedad, hambre o pobreza.

A veces creemos que por habernos acercado a Dios y ser sus hijos, nuestra vida será fácil y tranquila, pues en el fondo creemos que eso sería lo justo. Sin embargo, dígame un nombre de algún hombre o mujer cuya vida haya sido narrada en la Biblia y le contaré un episodio de dolor,
de angustia o de lágrimas que esa persona haya vivido. A pesar de esta verdad, todos esos episodios trágicos tienen algo en común: compañía y propósito de Dios.

Si le digo la verdad, esta ha sido una de las lecciones más valiosas que hemos tenido que aprender como hijos de Dios y como venezolanos, especialmente. Hablo por cada hermano que ha visto familiares morir sin medicinas; por cada madre que perdió a su hijo a manos de la delincuencia; por cada familia separada a causa del éxodo masivo; pero también hablo por cada viuda que confió en Dios un día más y Él proveyó comida para ella y sus hijos; por cada hermano que se fue caminando a la Iglesia porque no pudo conseguir transporte y fue bautizado con el Espíritu Santo; por cada anciano que fue sanado milagrosamente y por una iglesia que no se rinde, que había oído del Dios viviente, pero ahora sus ojos le ven.

No sé usted, pero yo confío en Papá Dios y sé que Él nunca pierde el control. ¿Es fácil? ¡No! Pero el Señor plantó aquí a un pequeño remanente, nos dio un propósito y nos regaló promesas. Hay quienes estamos en Venezuela por decisión propia, por convicción y por obediencia, porque Papá
sabe que si no quedara ni un justo, esta nación sería destruida como Sodoma y Gomorra; pero si aún se encienden lucecitas en las madrugadas y si aún se escuchan voces que claman a Jehová, sé que cuando venga la noche más oscura para esta nación, Jehová de los ejércitos será nuestra luz, nuestra agua y nuestra medicina; porque en medio de tantas tinieblas por venir, Papá ha
prometido que se oirá el llanto de una pequeña niña que nacerá, inocente y pura, cuyo nombre es Venezuela.

Por esto no nos rendimos. Es y será difícil, pero resistiremos en el nombre de Jesús, porque nuestro propósito es ser los parteros de esa pequeña.
¡Dios le bendiga!