Reflexión: Corre de manera que alcances el premio

15 Apr
(Foto/Archivo)

Dres. Carlos & Vidalina Echevarría
Sicólogos, Pastores y Consejeros Cristianos

Recientemente estuvimos observando en la televisión las actividades olímpicas de invierno y escuchando las entrevistas donde los atletas expresaban todo lo que tenían que practicar y el tiempo que les tomaba el entrenamiento para poder cualificar y para participar en las olimpiadas. Inmediatamente vino a nuestra mente el verso bíblico qué habla sobre el atleta que se prepara para competir. Su meta es lograr el triunfo ser victorioso en las competencias y dar orgullo a su patria que representa. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina y aspiran llevarse la medalla de oro que solo el que llega primero la obtiene. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros en cambio, por uno que dura para siempre (Ira de Corintios (9: 24-25).

Eso nos indica que tenemos que prepararnos para luchar como lo hacen los atletas para lograr esa victoria y alcanzar la meta que es el premio, así que a prepararnos. Lo primero es lo primero. ¿Estamos
listos? Manos a la obra, a sacar tiempo para practicar.

Vas a tener muchas personas a tu alrededor y muchas presiones de tiempo, por lo tanto, tienes que cultivar la semilla de la paz, el gozo y la bondad, cosa que no puedes cultivar si no la siembras
primero.  Las instrucciones son: sembrarla con oración y busca la presencia de Dios. Recuerda que el Espíritu Santo que mora en ti te conforta y ayuda regándote con esa agua de vida. Es importante que le cuentes tus alegrías, tus planes, tus metas a corto y a largo plazo, tus quejas y tristezas, tu dolor, tu necesidad de Él, y de sentir su presencia en cada momento de tu vida y en cada decisión que debes
tomar.

Ten confianza y buena comunicación con tu superior. Háblale al Señor y declárale tú confianza y tu seguridad. Dile que sabes con seguridad que no tienes miedo en la competencia porque si él está
contigo, ¿quién contra ti? Nadie.  Entonces la victoria es tuya porque el triunfo lo lograste ya en oración buscando su rostro. Pídele que te ayude a crecer en amor, a poder amar aún aquellos difíciles de amar y a perdonar y vivir como él espera que lo hagas.

En una carrera son muchos los que salen a correr y pocos los que llegan a la meta. Recuerda que Jesús es tu dueño y Señor, es tú salvador y tu rey por eso sigues caminando en pos de sus pasos hasta el final de la carrera como hizo el apóstol Pablo. Si así lo haces alcanzarás la corona de justicia (2 Timoteo 4:7b y 8a).  La oración con Dios no es un monologo, tú le hablas a él en oración y él te habla a ti por la Biblia a través de su Espíritu Santo.

Recuerda que la carrera de un cristiano no es de velocidad sino como el corredor de carreras largas, resistencia. Córrela con paciencia puestos los ojos en Jesús el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:1). La victoria es tuya, vamos a ti.

¡Dios te bendiga rica y abundantemente!