Juan Fernando Cruz Torres
Conferenciante, escritor y empresario
jubilee@jubileepr.com
La autoestima influye grandemente en las metas y en las actitudes de una persona, y en particular de un líder. Una persona con una autoestima saludable confía en sus talentos y capacidades y en su gente. Por el contrario, cuando no se posee una autoestima saludable, las personas tienden a sentirse amenazadas por lo que acontece a su alrededor, así como por los demás que, según su apreciación, la envidian y tienen agendas en su contra.
Muchos de estos líderes viven reaccionando y preparándose para combatir monstruos que solo existen en su mente e imaginación. De ahí que terminen desarrollando una especie de paranoia o sentido de persecución.
A veces, una pobre autoestima y ego híper-desarrollado, nos lleva a confundir nuestro rol como figuras de autoridad, y a pensar que los demás tienen que rendirnos pleitesías, adularnos constantemente y servirnos. Rara vez dan reconocimiento a su gente, menospreciando y sub-utilizando sus capacidades, por lo que los margina.
Es lamentable que algunos tardemos demasiado en descubrir que, “Cuando temo a la competencia, por lo general, a lo que temo es a mi propia incompetencia”. En cambio, los mejores líderes:
- Se ocupan de rodearse de personas tan o más competentes que ellos, conscientes de que gran parte de su éxito dependerá de estos.
- Son seguros de sí mismos y por consiguiente desarrollan y apoyan a su gente, brindándole oportunidades e instándolos a establecerse metas retantes, lo que contribuye a mejorar su autoimagen.
- Están buscando cómo fortalecer la autoestima de su gente.
- Aceptan a su gente tal cuál es, construyendo relaciones valiosas y de confianza.
Una de las mejores maneras de fortalecer nuestra autoestima es fundamentándola sobre absolutos como lo son: la verdad, la integridad, la buena voluntad y la libertad. Ahora, para fortalecer la autoestima de tu gente, pongo a tu disposición el MÉTODO RAV© de JIGI. El mismo lo puedes aplicar en cualquier escenario y nivel jerárquico que te encuentres ejerciendo una posición de autoridad. Este establece que a tu gente:
- RECONÓCELOS: Su rendimiento, su potencial y talentos, sus aportaciones, su compromiso y su esfuerzo.
- AFÍRMALOS: Su autoestima, su confianza, sus virtudes.
- VALÍDALOS: Su dignidad como seres valiosos en nuestro trato cotidiano, saludándole y llamándole por su nombre, sus intereses y sueños respetando las diferencias, su experiencia y conocimientos, mostrando confianza en ellos delegándole tareas que reten sus capacidades y que le brinden la oportunidad de brillar.
La invitación es a que implementes este método a manera de laboratorio con tus hijos, nietos, sobrinos, compañeros de equipo, colegas, cónyuge, familiares, amigos y te sorprenderán los resultados.
Adopta la filosofía de la Madre Teresa cuando dijo: “Que todo el que se acerque a ti sea, al irse, una persona mejor y más dichosa”. Es decir, ocúpate de bendecir y añadirle valor a la vida de tu gente. Recuerda que, después de todo, las personas tienden a quedarse dónde los celebran y no dónde los toleran, y que atraes más personas con miel que con hiel.