Reflexión: ¡Ayúdame, que me estoy hundiendo!

02 Oct

Carlos y Vidalina Echevarría

Pastores, psicólogos y consejeros

Proverbios 3:5-6 dice: Fíate de Jehová con todo
tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y el enderezará tus veredas.

Esta es una poderosa escritura bíblica que nos
muestra la cobertura de Dios para librarnos de
toda crisis. A nadie le agrada pasar por una crisis, aunque éstas en si no son ni malas ni buenas, pero nos provocan cambios y todo cambio nos produce temor. Cómo nos impactan las crisis está determinado por la importancia que uno le da al evento y los sentimientos que genera. Generalmente, cuando las personas vienen a buscar ayuda, es porque están en crisis.

De acuerdo con el Diccionario Webster: Una crisis es el punto de partida de cualquier cosa; es un tiempo decisivo o crucial, de una plataforma o evento, un tiempo de gran peligro o problema, cuyo resultado decide las posibles malas consecuencias que habrá. Una crisis es un evento, ya sea como parte del desarrollo normal de nuestra vida como es el nacimiento de un hijo; por accidente como pudiera ser la muerte. Una crisis situacional, no puede ser controlada, aunque algunas las escogemos y otras nos pasan como es la pérdida del trabajo, la separación o el divorcio, lo cual cambia temporalmente nuestro mundo y ocasiona un ajuste emocional o espiritual.

Dios conoce nuestra fragilidad, sabe que en
este momento nuestra tierra está enfrentando
muchas crisis y nos dice en su palabra que el
suplirá nuestras necesidades en medio de ellas.
La palabra de Dios es consuelo y guía para los
que la creen. Pero uno de los primeros pasos
para resolver la situación critica es, reconocer la inhabilidad de resolver la situación por uno mismo y buscar ayuda. Aquí lo vemos en la situación de crisis del apóstol Pedro. En Mateo 14: 26-28 leemos que Jesús está caminando sobre el agua hacia sus discípulos y éstos se asustaron creyendo que era un fantasma. Pero Jesús les dijo: sed valientes, soy yo, no tengáis miedo. Pedro al verlo le dice; pídeme que vaya a ti sobre el agua. Pedro fue llamado por Jesús a caminar sobre el agua y el caminó sobre el agua, pero al ver las olas azotando una contra la otra tuvo miedo, cayó en una crisis y quitó la mirada del Maestro y comenzó a hundirse. Él le gritó al Señor, sálvame porque perezco. Jesús
estaba allí para socorrer a Pedro de su crisis y asílo hizo. Pedro reconoció que estaba fuera de sí mismo y clamó a Dios.

Hoy te invitamos a que pongas tu mirada en Jesús, el siempre está en medio de tus dificultades en la vida. Pedro perdió su control cuando pensó que perecería en esa crisis en el agua. No temas al agua, a los terremotos, a la escasez. Dios te dice que confíes en Él. Nosotros confiamos en Él. ¿Y tú, te atreves?¡Que Dios te bendiga rica y abundantemente!