Reflexión: ¿Dónde está Dios?

12 Jun

(Foto/Archivo)

Judith Nazario
Iglesia Cristiana de Adoración Familiar Hosanna, Humacao

No es de extrañar que con tantas diferentes situaciones aconteciendo a nuestro alrededor y en nuestra preciosa Isla, las personas puedan sentirse solas y abandonadas por Dios.

Este sentimiento suele surgir cuando enfrentamos situaciones inquietantes o cuando oramos a Dios y no recibimos la respuesta que esperamos causando enojo, frustración y persuadidos de que Él no nos escucha.

La Biblia registra personas que le reclamaron a Dios que Él los había dejado solos.

El profeta Isaías escribió: 14 Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí. Pero la respuesta inmediata fue 15 ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque te olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. 16 He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros”. Isaías 49:14-16.

Nosotros vemos las situaciones desde nuestro punto de vista, y nuestro bienestar, pero Dios las ve desde Su perspectiva y diseño para nuestras vidas. A nadie le gusta padecer, pero cuando miramos hacia atrás, esas mismas situaciones nos hicieron aprender y descubrir cualidades y fortalezas que nos ayudaron seguir hacia adelante. Hay valor y enseñanza en todo lo que nos acontece.

El mismo Jesús expresó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Mateo 27:46, pero también dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46). Con estas últimas palabras, Jesús nos muestra que el Padre nunca nos abandona. Las consecuencias de su muerte obraron en nuestra salvación.  

Dios nunca nos abandona. Por fijarnos en lo que no recibimos, nosotros lo abandonamos a Él. Sin embargo, Dios nos bendice de tantas maneras; a través de Su gracia, un nuevo día, y con personas que pone en nuestro camino para bendecirnos.  

No importa lo que pueda acontecer en nuestras vidas, recuerda esa hermosa historia, cuando veas solo dos huellas en la arena, esas huellas no son tuyas, son del Señor, que nunca te abandona, sino que te lleva cargado en sus brazos. ¡Dios siempre está en control!