Reflexión: El Espíritu Santo

18 May
(Foto/Archivo)

Por: Julio David Burgos y Yetzaida Jiménez

Bendiciones. Quisiera en este momento hablarles sobre el Espíritu Santo.

Cuando era apenas un niño comencé a conocer el Evangelio en una escuela bíblica en el pueblo de Luquillo. Aún recuerdo con mucho amor a mi maestra, llena del poder de Dios. Para ese tiempo Dios usó a esta maestra llamada María Sánchez para invitarnos a su marquesina para aprender la palabra de Dios. Eso fue aproximadamente para el 1988. Ella nos enseñaba sobre el poder de Dios, sus milagros y de hombres inspirados por el Espíritu Santo en la Biblia. Cada enseñanza era real en mi pequeña vida. Yo quedé marcado con cada palabra de vida que recibía de mi maestra. Para mí era un regocijo todos los sábados ir aprender más de Dios. Recuerdo que en ese tiempo ella comenzó a enseñarnos sobre los viajes del Apóstol Pablo. Ese fue uno de los momentos donde el poder de Dios comenzó a tocar mi vida a través del Espíritu Santo. 

Recuerdo que al principio yo asistía a la escuela bíblica, no tanto por escuchar la palabra sino por estar con mis amigos. Dios si tenía un plan en mi vida porque cada clase fui impactando mi vida hasta que en un momento dado ella hizo un llamado en la misma marquesina y acepté a Jesús como mi Salvador y de inmediato el Espíritu Santo tocó mi corazón en ese mismo instante. Fue una experiencia poderosa porque empezó el anhelo de asistir todos los sábados a la escuela bíblica porque queríamos escuchar más de la palabra de Dios y aprender de Él. Dios estaba preparando el terreno en mi vida siendo apenas niño lleno de ilusiones, dificultades y aún enfermedad. Dios estaba haciendo cosas grandes, incluso no solo en mi vida, sino en mi familia que no conocía de Dios. 

Para ese tiempo tenía una condición; era un niño que padecía de fatigas muy constantes. Mis padres tenían que ponerme una máquina para poder respirar. Yo quería participar en las competencias de carreras en la escuela y no podía pues mi condición me lo impedía, me fatigaba y era imposible para mi hacer ese deporte. Mi anhelo siempre era correr y ser un niño igual a los demás, pero cada vez que corría me fatigaba. Recuerdo que llegó un momento en donde estuvimos en la iglesia con mi familia y oraron por nosotros, por mis padres, mis hermanos y yo.

La oración y el trato de Dios en mi vida fue sobrenatural. La palabra de Dios que estaba fluyendo en mi vida, aprendida en la escuela bíblica, creó en mí una fe inquebrantable. Un día de repente yo estaba en la escuela y comencé a pensar, y si yo corro muy duro la fatiga se me irá. En ese momento comencé a correr sin darme cuenta, ya no era lo mismo no me estaba fatigado. En poco tiempo yo pude participar en unas competencias de mi escuela en Luquillo. ¡Dios me había sanado! Aleluya… El poder del Espíritu Santo vino sobre mí impactando mi vida siendo apenas un niño.

La presencia de Dios es extraordinaria en la vida de cada ser humano. 

Quiero compartirles lo que la Biblia dice en Joel 2:28 Y después de esto derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Los hijos y las hijas profetizarán, tendrán sueño los ancianos y visiones los jóvenes. 

Que gran bendición para nosotros seguir enseñando lo que Dios nos habla en el libro de Joel y ver que nuestros niños, jóvenes y ancianos llenos del Espíritu Santo con un conocimiento pleno. 

Este es el tiempo que comencemos a abrir nuestros corazones y entendimiento para seguir adquiriendo sabiduría y poder realizar nuestras vidas en Dios. Amados: sigamos apoyando las escuelas bíblicas en los niños, sigamos valorando el tener ese encuentro con el Espíritu Santo. Nunca olvidemos que nuestro padre, que está en los cielos, cuida nuestras generaciones.

Si está leyendo este periódico recuerda lo importante de darle lugar al Espíritu Santo para que nos guíe, nos transforme, que sea nuestro maestro. La palabra de Dios nos habla que nos ha dejado a él consolador, quien es Espíritu Santo, para que nos guíe en toda justicia. 

Entonces amigo qué estás leyendo en este momento quiero que sepas que el Espíritu Santo está en la tierra buscando a alguien que pueda hacer lo que el maestro nos enseñó en la tierra. Que es, ir y hacer discípulos. Te preguntarás y ¿cómo lo haré? Comienza aconsejando a través del Espíritu Santo y la Palabra de Dios; hablándole a los que están perdidos, enfermos y los que necesitan nuevas fuerzas.

Con la ayuda del Espíritu Santo, que está aquí en la tierra, daremos gracias a Dios en todo tiempo y así las personas serán salvas a través de Jesucristo. No estamos solos en la tierra, tenemos al Espíritu Santo. Les exhorto a que tengas ese encuentro con el Espíritu Santo quien intercede por nosotros con gemidos indecibles.

Bendiciones a todos. ¡Dios es Fiel!