Reflexión: Vivir en comunión con Dios

10 Oct

(Foto/Archivo)

Profeta-salmista Louis Nuñez
Israel con Fuego Puro

Es importante vivir en comunión con Dios, vivir conectado a Él, en oración, en adoración y ante el estudio de la palabra, eso es lo que nos mantendrá cercanos y capaces de escuchar la voz del Espíritu Santo. A veces, vivimos muy hundidos en las cosas del mundo, el trabajo, la familia, los amigos… Podemos distraernos con muchas cosas y, sin querer, esas cosas pueden alejar nuestra atención que tenemos que depositar y fortalecer en Dios. Es un fallo humano y común que eso nos pase. A veces, nos dejamos llevar y cuando nos damos cuenta llevamos ya perdiendo mucho tiempo con cosas vanas y vacías, pero allí está Dios para hacernos darnos cuenta de que tenemos que volver a acercarnos a Él.

Vivir en comunión con Dios es como cultivar un fruto en nuestro interior. El Espíritu Santo, el cual tenemos que alimentarlo, si no le alimentamos este se marchitará, pero tenemos que estar pendiente de esa semilla si queremos recolectar buenos frutos de ese árbol que estamos haciendo crecer dentro de nosotros. Cuando nos damos cuenta de que no recolectamos nada es cuando tenemos que abrir los ojos y volver a cuidar y cultivarlo, sino seguiremos recolectando el vacío.

Es muy importante para nosotros alimentar al Espíritu Santo, porque mientras más lo alimentemos más conscientes estaremos de su presencia en nuestra vida. El Espíritu Santo nos hace ser conscientes de qué camino tenemos que tomar cuando estamos perdidos, nos alerta de las cosas buenas o malas, es la conexión directa con Dios y nos revelará la voluntad de Dios sobre nuestra vida. Vivir en conexión con el Espíritu Santo es un hábito que Dios quiere que tengamos.

“Ustedes han recibido al Espíritu Santo, y él vive dentro de cada uno de ustedes, así que no necesitan que nadie les enseñe lo que es la verdad. Pues, el espíritu les enseña todo lo que necesitan saber, y lo que él enseña es verdad, no mentira. Así que, tal como él les ha enseñado, permanezcan en comunión con Cristo.” –1 Juan 2:27(NTV).

Todos podemos escuchar la voz y la guía del Espíritu Santo si aprendemos a ser sensibles a su voz. Tenemos que vivir una vida equilibrada en adoración, oración y estudio de la palabra y si en algún momento nos hace falta más de uno que de otro, el Espíritu Santo nos dirá porque él ve nuestro corazón y él se precipita a lo que nos hace falta. Imagínate conocer todo lo que tenemos que hacer, ser guiados en todo momento ¿sería maravilloso no? Pues, eso no es algo imposible, muy al contrario, eso es algo posible si lo queremos y si nos mantenemos conectados a Dios.

Tres cosas nos acercan a Dios: la adoración, la oración y la lectura de la Biblia.

Si queremos encender nuestra conexión con Dios tenemos que poner en práctica estos tres puntos importantes y si Dios desea que invirtamos más de nuestro tiempo en una de estas tres cosas, él nos lo hará saber.  No importa si lo hacemos mal al principio, él va a enseñarnos a hacer las cosas bien con el pasar del tiempo, él nos enseñará cómo, cuándo y dónde.

Eso les pasa a todos los hijos de Dios que desean estar cerca de él y que lo buscan de corazón. En mi caso, a veces Dios me pidió más adoración, a veces más oraciones y a veces que estudiar más sobre la palabra. Él fue encaminándome y diciéndome lo que me hacía falta hacer para que nuestra relación fuese más cercana. Pero, ni todos los creyentes están pendientes de acercarse a Dios, a hacer su voluntad, a leer la Biblia o a profundizar en la oración. Lamentablemente, la mayoría de las personas creyentes esperan hasta encontrarse en medio de alguna calamidad para darse cuenta de que Dios les está hablando para que se acerquen a él otra vez, pues vivir lejos de Dios es malo para nosotros y Dios utiliza esos momentos para hacernos darnos cuenta de que nosotros nos hemos distanciado de él. Cuando estamos lejos de su presencia viviendo en medio del desastre, él nos llama para volver a estar en comunión.

Tenemos que alejarnos de las cosas que nos distraen y absorben el tiempo que tenemos que pasar con Dios, para que nuestra relación con Dios no se enfríe.