La cruz como tropiezo

09 Dec

Por Livio Ramírez del Ministerio Dios Habla Hoy
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Triste lugar es la cárcel para los que se encuentran allí, tras las rejas, sobre todo, cuando el que se encuentra allí es inocente, y se encuentra a merced de un tirano que nada conoce de justicia, de misericordia y de perdón. Hay gente hoy encerrados en las cárceles por el único motivo de actuar conforme a lo que su mente considere justo; por el único delito de defender lo que uno quiere defender. Triste lugar es la cárcel, y allí estaba encerrado Juan el Bautista. ¿Y cuál era su delito? Decirle al rey Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.

(Mr. 6:18) El voluptuoso rey, enojado, había encerrado a Juan en el calabozo. Estando en la cárcel, Juan oyó acerca de la predicación y los milagros de Jesús. Por un momento se sintió deprimido. Si Jesús era el poderoso profeta que habría de venir, si Jesús era  el Mesías Salvador, ¿por qué no lo salvaba a él de la cárcel? Y entonces le envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? La respuesta de Jesús no fue sí o no. Su respuesta fue simplemente: Id, y hacer saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. Y  bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. (Mt. 11:2-6) Esto quiere decir que la verdad se defiende por sí sola; se manifiesta porque es la verdad.

La verdad no son palabras fabricadas para hacer creer a otros lo que para nosotros pueda ser lo correcto; la verdad no se discute puesto que la verdad son hechos contundentes. Por eso el Señor Jesús dijo: Bienaventurado el que no halle tropiezo en mí. Aquí podemos ver la sombra de la cruz. Nadie tropezaría en un hombre como Cristo; por el contrario, todo el mundo se echaría a sus pies para adorarle. ¿Por qué Jesús, entonces agrega esa frase enigmática, dada esas circunstancias? Simplemente porque los judíos habrían de escandalizarse mucho en Jesús cuando lo vieran crucificado Los milagros no producen tropiezo; las sanidades, la predicación, la enseñanza, la multiplicación de los panes y peces, el ofrecer consejos sabios y consuelo, no es tropiezo. Pero la cruz sí es un gran tropiezo.

Hoy día muchos buscan la religión como un remedio a todos sus males; quieren sanidad, quieren prosperidad económica, quieren consuelo, quieren paz mental, y quieren felicidad; pero no están completamente dispuestos a sufrir la cruz, y por lo tanto, se convierten en piedras de tropiezo. Se olvidan que el Señor Jesús dijo: El que quiera seguir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. (L. 9:23) Servir al Señor Jesús cuesta, pues podemos ser objeto no solamente de burla, sino de críticas, de odio y de desprecio. Pero el Señor Jesús también dijo: Bienaventurado el que no halle, tropiezo en mí.  Sólo los que estén dispuestos a servirle al Señor, y amarle sin importarle las dificultarle a las que tengan que enfrentarse por causa del evangelio, serán bienaventurados.