Pruebas de detección temprana defectos cardíacos graves

09 Feb

La realización de pruebas para detectar defectos cardíacos de nacimiento graves puede ayudar a identificar la presencia de estos defectos en los bebés antes de que los dejen salir del hospital en el que nacieron. Esto les permite a esos bebés recibir tratamiento de forma temprana y podría prevenir discapacidades o la muerte en las primeras etapas de su vida.

Algunos bebés con un defecto cardíaco de nacimiento parecen sanos al principio y podrían ser enviados a su casa antes de que el defecto sea detectado. La realización de pruebas para detectar defectos cardíacos de nacimiento en los recién nacidos es una herramienta que se usa junto con los diagnósticos prenatales y los exámenes físicos después del nacimiento, para mejorar la detección de estos defectos.

Los CDC estiman que aproximadamente 875 recién nacidos podrían ser identificados con defectos cardíacos en los hospitales en los que nacieron mediante la pulsioximetría cada año, pero una cantidad igual (880 bebés) podrían no ser detectados cada año en los Estados Unidos, que en su mayoría tienen un tipo de defecto cardíaco de nacimiento grave (la coartación de la aorta u el arco aórtico interrumpido, la tetralogía de Fallot, o la dextrotransposición de las grandes arterias) que tienen menos probabilidad de ser detectados mediante la pulsioximetría.

La pulsioximetría es una prueba en la que se usa un dispositivo pequeño similar a un broche, llamado oxímetro de pulso, el que mide los niveles de oxígeno en la sangre. Cuando usted respira, sus pulmones inhalan oxígeno y lo envían al torrente sanguíneo. Esta sangre rica en oxígeno es transportada al corazón, que la bombea al resto del cuerpo. Un nivel demasiado bajo de oxígeno en la sangre (saturación de oxígeno) hace más dificil el buen funcionamiento del cuerpo, provocando que los órganos vitales se vean exigidos de forma peligrosa.

La realización de pruebas mandadas para detectar defectos cardíacos de nacimiento graves mediante la pulsioximetría reduce en un 33% las muertas prematuras de bebés por defectos cardíacos de nacimiento graves, o 120 muertas prematuras de bebés por defectos cardíacos de nacimiento graves.